Todos (o practicamente todos) conocemos la historia por el cine: un niño pobre y humilde, que merced a un boleto dorado tiene la oportunidad de visitar la extraordinaria fabrica de chocolate de Willy Wonka junto a niños extraordinariamente malcriados no por si mismos, sino por sus consentidores padres. Un hombre como Willy Wonka capaz de construir todo un palacio de chocolate para un Príncipe o tener a misteriosos fabricantes de chocolate (los Oompa Loompas) que son capaces de realizar toda suerte de prodigios y moviendose con un gran ascensor de cristal que puede llegar incluso al espacio.
Pues todo eso que he tardado un parrafo en resumir no es ni la mitad de los prodigios que vemos salidos de la mente de Roal Dahl en una aventura extraordinaria donde acompañaremos a Charlie (y a su abuelo Joe, su abuela Josephine, su abuelo George, su abuela Georgina, sus padres...) siendo testigos de hechos sorprendentes y, por lo tanto, imposibles... ¿o no?
Una anecdota: aunque la historia de Wonka y Charlie está dividida en dos libros ("Charlie y la Fabrica de Chocolate" y "Charlie y el Gran Ascensor de Cristal"), inicialmente iba a ser publicado en un solo libro, pero Dahl fue convencido para publicarlo en dos libros.
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