A diferencia del Cristianismo, el Islam considera que Jesús es un profeta (de los más importantes), pero no que es ni mucho menos Hijo de Dios, ni nada que se le parezca. Jesús (Īsā) nació de Maryam (o María) debido a una concepción virginal, anunciada por el Arcangel Gabriel, en suceso extraordinario decretado por Alá. Como ayuda en su ministerio a Jesús se le concedió el don de hacer milagros como favor divino.
Jesús es uno de los profetas más importantes anterior a Mahoma hasta el punto de que se le da gran relevancia como verdadero cumplidor de la Ley de Dios. De acuerdo con la religión islámica, Jesús fue divinamente escogido para propagar el mensaje de Alá y
la sumisión a su voluntad entre los hijos de Israel.
Más allá de su no reconocimiento por los musulmanes como hijo de Dios, en la tradición islamica hallamos la dificultad de concretar el hecho de que no muriese en la cruz con la teoría de la sustitución (el que fuese sustituido por una persona muy parecida fisicamente en el momento de la crucifixión, de la que ocasionalmente se ha dicho que era Simón de Cirene), algo que parece corresponder al contacto de herejías gnosticas con los arabes, entrando de lleno en las creencias musulmanas. Según la teología musulmana ortodoxa, ascendió al Cielo sin ser puesto en la cruz en lo que algunos interpretan como una ascensión espiritual y no material, retornando el día del Juicio Final.
Según el Corán, el libro Sagrado de los musulmanes, Jesús anunció la llegada de Mahoma como el último de los profetas. Los propios musulmanes lo nombran de diversas formas: Ibn Maryam ("hijo de María"), mubarak ("bendecido o fuente de beneficio para otros") y abd-Allah (siervo de Dios), siendo reconocido como profeta y mensajero.
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