A principios del Siglo XX apareció una publicación en la que una inglesa llamada Anna Leonowens relataba sus experiencias cuando viajó a Siam para enseñar a los hijos del Rey Mongkut (67 hijos de sus muchas esposas y concubinas). Esto no era cualquier cosa. Hasta el momento en que Anna fue a la corte de Siam (actual Tailandia), ésta era una de las potencias más desconocidas por parte de occidente y el hecho de que una europea fuera a dicho reino era toda una peripecia.
Sería cn 1862 cuando viajaria a Siam con su hijo Louis, permaneciendo cinco años. Cuando Anna escribió su obra supuestamente real no fue creida del todo y aún no lo es. Nadie creyó que un hombre como Mongkut que se había formado en el budismo (llegó a ser monje durante 27 años) fuera un hombre tan sediento de sangre como lo describia Anna, la cual relata historia de torturas y ejecuciones.
Mongkut, Rey de Siam |
Por otro lado, salgunos dicen que exageró la influencia que tuvo en el Rey de Siam, que evidentemente era un país muy atrasado, pero que contaba con un Monarca increíblemente culto, aunque limitado por su cultura y tradiciones. Por otra parte, Mongkut debía tener un gran respeto por la mujer europea, ya que de otro modo no hubiera empleado
a Anna como uno de los maestros a quienes confió la educación de sus muy amados
hijos.
Al contrario de lo que se creyó en su momento, Anna no se fue por la muerte del Rey de Siam, ya que desde mucho antes había negociado con las autoridades su vuelta a casa. Lo cierto es que esto fomentó el desconocimiento de Siam en base a las dudas que despertó la publicación de Anna (obra titulada "Una institutriz inglesa en la Corte del Rey de Siam"), algo que se acrecentó con la publicación del libro de Margaret Landon basado en las memorias de la profesora y con un toque mucho más ficticio, "Anna y el Rey de Siam", que dio pie a obras de teatro, películas tanto con actores reales como de dibujos animados y musicales, que lo único que hicieron fue poner de relieve una historia nunca comprobada y cuya verdad se llevó a la tumba la propia Anna.
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