domingo, 27 de febrero de 2022

"Donde se mea no se ponen cruces"

Quevedo, aquel grande de las letras españolas, tenia tanto talento como mala leche, algo que más que una crítica es un elogio, dado que gracias a ello nos dejo muchas anécdotas, algunas de las cuales ya les he relatado con anterioridad. 
 

Don Francisco, Cada noche, al regresar de su ronda por las tabernas de la Villa y Corte, se detenía a orinar (o miccionar, en lengiaje culto) en la calle (concretamente en la calle del codo), algo muy habitual por parte de muchos por aquel entonces y que enfadaba a los vecinos. Para evitar tales evacuaciones, algunos ponían cruces o algún santo en las puertas.
Por lo visto, Quevedo tenía la costumbre de utilizar comúnmente un determinado portal como urinario. Un día se encontró en él una cruz y, fiel a sus costumbres, siguió orinando. El vecino, supongo que bastante cabreado, puso junto a la cruz un cartel con el texto: "Donde se ponen cruces no se mea". Quevedo, en su siguiente visita a su "urinario partícular", al encontrarse eso, escribió debajo "Donde se mea no se ponen cruces". Lo dicho: genio y figura.

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