Cuentan que había un dirigente político que era un absoluto incompetente y así lo veían los ciudadanos. Lo lamentable es que dicho sujeto cuando hacía algo bien por las casualidades del destino (que tenían más que ver con el rumbo de los tiempos que con su sapiencia, precisamente) tenía la costumbre de jactarse de ello como si fuera un genio.
Ahí es donde entra el fabulista ilustrado, don Tomas de Iriarte, nacido el año 1750 en Puerto de la Cruz de la Orotava en la isla de Tenerife (para saber más... ). Iriarte, siendo consiente de la caradura del sujeto, escribió una fábula que lo retrató muy bien y que nos es conocida como la del burro flautista, que se creía saber tocar una flauta cuando lo cierto es que todo fue una simple casualidad. Es extraordinaria.
Esta fabulilla,
salga bien o mal,
me ha ocurrido ahora
por casualidad.
Cerca de unos prados
que hay en mi lugar,
pasaba un borrico
por casualidad.
Una flauta en ellos
halló, que un zagal
se dejó olvidada
por casualidad.
Acercóse a olerla
el dicho animal,
y dio un resoplido
por casualidad.
En la flauta el aire
se hubo de colar,
y sonó la flauta
por casualidad.
«iOh!», dijo el borrico,
«¡qué bien sé tocar!
¡y dirán que es mala
la música asnal!»
Sin regla del arte,
borriquitos hay
que una vez aciertan
por casualidad.
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