Todos conocemos casos (sobre todo por la televisión) de personas que acumulan y/o recopilan grandes cantidades de basura en el interior de su hogar en lo que se conoce como el trastorno de síndrome de Diógenes. Lo cierto es que lo de la basura no es más que una parte. Dicho trastorno también se caracteriza por el total abandono personal y social, por lo que es un aislamiento voluntario en el propio hogar; no tener contacto con otros seres humanos. Ahí es donde entra el tal Diógenes.
Diógenes de Sipone era un filñosofo griego, el cual nació en el Siglo V a. C. Exiliado de su ciudad natal, se trasladó a Atenas, convirtiéndose en discípulo de Antístenes, antiguo pupilo de Sócrates.
Diógenes vivió como un vagabundo en las calles de Atenas, convirtiendo
la pobreza extrema en una virtud. De él se cuenta que vivía en una tinaja y que de día caminaba por las calles con una
lámpara encendida diciendo que "buscaba hombres" (honestos se sobreentiende). Decía que tenía todo lo que necesitaba para vivir, por lo que práctico la idea cínica de autosuficiencia, en lo que era una vida natural e independiente de los lujos de la sociedad y de otros hombres (los perros eran su única compañía). Así, para Diógenes, que vivió durante un tiempo en Corinto, los bienes, la riqueza y los honores son algo a despreciar, renunciando a todo lo convencional y abrirse a la naruraleza. Con esto tendía a liberarse de los deseos (que llevan al sufrimiento) y con ello reducir al mínimo sus necesidades. Por estas ideas, también se le conoce como Diógenes "el cínico".
De esa forma, los que padecen el trastorno de personalidad mencionado, padecen lo que el propio Diógenes predicaba, por lo que estamos ante un caso de síndrome de Diógenes, aunque como también comenté, no todo tiene que ver con la acumulación de objetos inservibles o basura.
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