De entrada (para los que nos estén habituados a la terminología) decir que un plano secuencia es aquella técnica consistente en la realización de una toma sin cortes durante un tiempo importante, pudiendo usarse travellings (desplazamientos de cámaras montadas sobre ruedas, pudiendo acercarla al sujeto u objeto que se desea filmar) y diferentes tamaños de planos y ángulos en el seguimiento de los personajes o en la exposición de un escenario concreto. No es nada fácil, pero lo que hizo Orson Welles fue apoteósico.
Y es que nada más empezar "Sed de Mal", tenemos algo más de tres minutos que dejan boquiabiertos a todo el que los ve (aunque los haya visto cientos de veces), siguiendo aparentemente a una pareja de recién casados, el mejicano Mike Vargas (Charlton Heston) y Susan Vargas (Janet Leigh) en la frontera entre Méjico y los Estados Unidos, pero lo cierto es que vemos todo lo que sucede alrededor de ellos en una zona muy bulliciosa, aunque la cámara parece tener cierto interés en unas manos preparando un explosivo para colocarlo en el interior del maletero de un coche hasta la tremenda explosión final, una vez que el conductor, un empresario norteamericano, y su acompañante, una cabaretera, han cruzado la frontera. Y todo eso con la música de fondo (con toques de jazz) de Henry Mancini.
Maravillosa puesta en escena para una película única (para muchos la última película de cine negro clásico) que acaba de la forma más inesperada después de un avance ciertamente desgarrador. Incluso para hacer cine negro, Welles no se ceñia a lo habitual. Con "Sed de Mal" tampoco.
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