Aquellos días lluviosos en Ginebra fueron muy productivos. Mientras Mary Shelley se sacaba de la manga su inmortal monstruo de Frankenstein, John William Polidori alumbraba a su vampiro. Un terrible y seductor vampiro.
El relato de Polidori, de 1819, muy anterior por lo tanto a "Drácula" (que es de 1897), tiene tanta fuerza que sorprendió a sus coetáneos y aún maravilla y todo desde la más o menos aparente normalidad social donde nos expone el mito que hace que la gente común, generalmente de clase social media-alta, no crea en los vampiros, de ahí que el protagonista, Lord Ruthven, se aproveche de tal situación para cometer sus actos sanguinarios, aprovechando su poder de seducción y su efectividad como lo que es, un vampiro, que destaca en el cruel final de este relato con el que Polidori transformó el personaje de vampiro del folclore en una personalidad aristocrática, algo que pudo influir en Stoker.
La historia se centra en el descubrimiento de que lo que parecía ser un ser humano es en realidad un vampiro (descubierto por su protegido Aubrey, algo que lo lleva a la locura) y, cuya verdad descubre, al escuchar historias propias del folklore vampírico, que le lleva a pensar que Lord Ruthven es efectivamente un vampiro, ya que posee todas las características propias de tales monstruos.
Carente de diálogos, la obra se centra precisamente en una descripción pormenorizada de un vampiro y como llega a sus objetivos desde la seducción y el engaño. Todo para llevarnos a un increíblemente oscuro final. Y el vampiro supo aprovechar que la gente... ya no cree en los vampiros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario