La agresión con una pedrada a una diputada de Vox en Sestao demuestra hasta que punto está podrida la sociedad. Y no lo digo sólo por la agresión (algo ya de por sí lamentable), sino por todas las triquiñuelas que se usaron para no condenar el hecho por parte de la extrema izquierda, acusando la imagen inicialmente de fake, de acusar a todos los medios (de diferentes espectros ideológicos) de mentir o incluso de que la diputada no había recibido una pedrada, sino que se había dado con una cámara. Incluso salieron los acólitos de siempre a negar la mayor, que al parecer (y nótese la ironía) son expertos en pedradas y hematomas. Todo eso para no condenar la agresión.
Y lo peor subyace en medio de este hecho lamentable. Lo horrible es que un partido no pueda hacer un mitin porque aparecen turbas del odio, que lo único que hacen es vivir del acoso, y para colmo haya personas que se dicen de izquierdas, los cuales tienen la indecencia de decir que los de Vox van a provocar y que, por lo tanto, mejor hubiese sido que no hubieran ido. Eso del que van a provocar personalmente me recuerda cuando los machistas recalcitrantes cuando violan a una mujer y ponen como miserable excusa que iba provocando estaba sola a las 2 de la madrugada o iba en minifalda. ¿Es que alguien (el partido político que sea o la persona que quiere) no puede moverse por todo el territorio nacional sin que le insulten, acosen o agredan? ¿Acaso podemos tolerar que haya gente que justifique el acoso en base a algo que llaman "provocación"? Lo terrible más allá de los violentos es que haya otros que de una forma u otra justifiquen la agresión; una agresión, por cierto, a una mujer, pero ya sabemos que para esos autodenominados feministas, que no son más que feministas de boquilla, hay mujeres de primera, las suyas o con las que pueden sacar tajada política, y el resto.
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