"Mifune poseía una clase de talento que no había encontrado anteriormente en el mundo del cine japonés. Consistía, sobre todo, de la velocidad con la que se expresaba así mismo; era sorprendente. El actor japonés promedio hubiera necesitado diez pies de película para lograr mostrar una impresión, un sentimiento; Mifune solo necesitaba tres. La rapidez de sus movimientos era tal que en una sola acción expresaba lo que le tomaba a los actores ordinarios tres movimientos para expresar. El proyectaba todo hacia delante de una forma directa y con gran determinación, poseía el más agudo sentido del timing que haya visto jamás en un actor japonés. Y, además de su rapidez, poseía una sorprendentemente fina sensibilidad"
Akira Kurosawa
Probablemente si tuviéramos que hablar del cine japonés sin tener casi ni idea de él hablaríamos en la animación de Hayao Miyazaki y dentro del clásico del inmortal Kurosawa. Precisamente gracias a este último conocí a uno de esos actores desconocidos quizás para el gran público, pero que alcanzó la fama allá donde nace el sol, sino fuera de sus fronteras. Su nombre era Toshirō Mifune.
Ya lo conocí como el último de "Los Siete Samuráis" de Kurosawa, pero es que merced a estilo, que transmitía pasión y fuerza, ya había encarnado al mítico samurái Miyamoto Musashi las películas de Hiroshi Inagaki con notable éxito o su aparición en "Rashomon", primera película nipona de gran éxito internacional.
Kurosawa y Mifune |
Con Kurosawa fraguó una amistad eterna, aparte de colaborar en grandes éxitos como "Trono de Sangre", "Barbarroja", "La Fortaleza Escondida" y "El Infierno del Odio" entre otras en una época donde el cine nipón pasó a la occidentalización con la idea de comercialización más allá de Japón.
Mifune no fue ajeno a ello. En 1968, actuó en "Infierno en el Pacífico" obra estadounidense, que le hizo muy conocido al interpretar a un naufrago japonés que acosa a un naufrago americano (interpretado por Lee Marvin) en una isla remota durante el Frente del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial.
Con una trayectoria de 152 películas, es imposible comprender la evolución del cine japonés sin la figura de este hombre, que, a pesar de sus muchas y muy buenas actuaciones, para mi siempre será el último samurái de Kurosawa.
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