"Se esforzó en encontrar las respuestas justas que había que dar al desafío de la decadencia"
John Elliot
No fue Rey, aunque tuvo tanto o más poder que un Monarca. En una época donde los dos grandes Reyes, el Emperador Carlos y su hijo Felipe II habían desaparecido, la figura del Valido fue la que se encargó de llevar los destinos del Imperio Español, librando de tareas y trabajos varios a unos Reyes incapaces y más pendientes de otras cosas que de reinar (
para saber más... ). Nos hayamos en los últimos años del Reinado de Felipe II cuando en Roma, la antigua sede de los cesares, nacía Gaspar de Guzmán y Pimentel, hijo de un hombre igualmente importante como era Enrique de Guzman, II Conde de Olivares, el cual en aquel año de 1587 era embajador de España ante la Santa Sede y que entre sus cargos también se encontrarian el de tesorero mayor de Castilla, Alcaide del alcázar de Sevilla, Virrey de Sicilia y Virrey de Nápoles. En Roma, por lo tanto, nacería el que sería el hombre más poderoso de la Tierra.
Gaspar inició una carrera eclesiástica estudiando en la histórica Universidad de Salamanca, pero la muerte de sus dos hermanos mayores le convirtió en heredero al título nobiliario de su padre, lo que hizo que abandonase los estudios para acompañar a su progenitor en la corte de Felipe III en unos años donde ya estaba como Valido el Duque de Lerma.
Una vez muerto su padre y heredado el título, se retiró a Sevilla para administrar sus dominios, pero la ambición de don Gaspar era grande y volvió a la Corte como gentilhombre de cámara del Príncipe Felipe gracias a Lerma, pero desde ese cargo y bajo la protección del futuro Felipe IV (aún muy joven) se alineó con su tío Baltasar de Zúñiga, en la facción del Duque de Uceda, opuesta clarisimamente al propio Lerma, que poco a poco caería.
Olivares afianzó sus posiciones en el periodo de declive de Lerma creando un poder paralelo al todavía Valido, deshaciéndose poco a poco de Uceda, por lo que cuando accedió al trono Felipe IV en el año 1621, Olivares pasó a controlar la situación, acumulando múltiples cargos palaciegos y controlando el acceso al Rey. "Conde de Olivares, cubríos": El 10 de Abril de 1621, el joven Felipe IV concedió a Olivares el título de Grande de España. En 1622 era nombrado Valido del Rey con un poder extraordinario dentro y fuera de España. Una especie de primer Ministro Universal con más poder de lo que tuviera cualquier hombre sobre la Tierra. En 1625, el Rey le condeció el título de Duque de Sanlúcar la Mayor, por lo que desde ese momento fue conocido como Conde-Duque de Olivares.
El programa político reformista de Olivares: La autoridad de la Monarquía había caído, por lo que proponía un plan de reformas basado en dos puntos:
- Reforzar el poder real.
- Refozar la Unidad de los territorios que dominaba España, aprovechando los recursos al servicio de la política exterior.
La eficacia de la maquinaria bélica de la monarquía era excesivamente dependiente de la capacidad para movilizar los recursos de sus reinos, por lo que buscó la centralización del Estado (entonces España todavía era un país que no dejaba de ser una unión de territorios diversos) en lo que se llamó la
Unión de Armas, buscando el compromiso de todos los Reinos de España (entre ellos Portugal) para compartir con el Reino de Castilla las cargas humanas y financieras del esfuerzo bélico. El proyecto de una Monarquía más unificada no llegó a hacerse realidad del todo debido a la oposición local (a la que Olivares despreciaba) y que buscaba controlar nuevamente los Países Bajos y la supremacia sobre Francia.
Desde un punto de vista económico, Olivares trató de implantar una serie de medidas económicas de corte mercantilista, entre las que hayamos las manufacturas de lana y seda,
fomento del comercio y medidas proteccionistas. Se suprimió el impuesto de los millones (que era un impuesto indirecto sobre la alimentación instaurado ya por Felipe II y que se aplicaba sobre el consumo de especias, vino, vinagre, aceite, carne, jabón y velas de sebo, y el cual se
renovaba cada seis años),
la creación de unos erarios estatales para la financiación de las obras
públicas y el fin de las acuñaciones masivas con el objetivo de contener la inflación. ¿Por qué muchos de esos proyectos no se llevaron a cabo?
Por las deudas generadas por las guerras en el centro de Europa, llevando a una bancarrota el año 1627 (España ya sufrió tres con el mismisimo Felipe II). Y para colmó las derrotas militares se fueron sucediendo, entrando el Imperio Español en crisis. Las buenas relaciones con la Inglaterra de los Estuardo se iban al garete al fracasar las negociaciones para casar a la infanta María con el Príncipe de Gales (
para saber más... ), se enfrentó con Francia al tomar partido en la disputa sucesoria de Mantua y se negó a prorrogar la denominada Tregua de los Doce Años, ocasionando una guerra desastrosa simultáneamente contra Países Bajos, Inglaterra, Francia y Dinamarca, en el marco de un conflicto conocido como la Guerra de los Treinta Años. No obstante, es destacable la victoria la victoria española de Nördlingen de 1634, con el Cardenal-Infante Fernando de Austria a la cabeza, y la victoria de Breda.
Olivares, un hombre poderoso y, por lo tanto, temido, veía como fracasaban sus intentos de volver a hacer grande a España como en la época del abuelo del actual Rey. Ya a mediados de los 30 salió la evidente vena autoritaria del Valido, que intentó imponer sus reformas, encontrandose con la firme oposición de muchas zonas de España, destacando la rebelión con Portugal (en lo que sería el inicio de su independencia) y Cataluña, donde hubo muchos enfrentamientos, algaradas y demas, que no fueron sofocadas hasta 1652. La idea de unificar las diferentes regiones de España en el esfuerzo de guerra fue un fracaso.
No fueron precisamente las clases populares las que posibiltaron la caída de Olivares, sino la Iglesia y la nobleza, que consideraba al Valido como un noble de rango menor y que veían como terrible que un solo hombre acumulase tanto poder. La conspiración del Duque de Medina Sidonia en 1641 fue un ejemplo.
El final de Olivares es bastante triste. Tras prescindir Felipe IV de sus servicios, don Gaspar de Guzmán, hombre entonces de 56 años, se retiró a convalecer de sus achaques en su señorío de Loeches, pero sus detractores siguieron acusandolo de falsedades (entre ellas la hechiceria), por lo que el Rey lo desterró a la villa de Toro y un año después fue procesado por la Inquisición. El hombre más poderoso de la Tierra, que soñó con volver a hacer grande a un Imperio Español en decadencía, falleció en 1645 después de tantas responsabilidades y pesares. Falleció exactamente con los mismos años que los había fallecido el Emperador Carlos, tan viejo y cansado como él: 58. Para la historia nos queda la fenomenal pintura de Velázquez de Olivares montado a caballo, reflejando todo su poder.