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viernes, 16 de abril de 2021

Aquel guardián entre el centeno

 "Me imagino a muchos niños pequeños jugando en un gran campo de centeno y todo. Miles de niños y nadie allí para cuidarlos, nadie grande, eso es, excepto yo. Y yo estoy al borde de un profundo precipicio. Mi misión es agarrar a todo niño que vaya a caer en el precipicio. Quiero decir, si algún niño echa a correr y no mira por dónde va, tengo que hacerme presente y agarrarlo. Eso es lo que haría todo el día. Sería el encargado de agarrar a los niños en el centeno. Sé que es una locura; pero es lo único que verdaderamente me gustaría ser. Reconozco que es una locura"
Cuando fue publicado "El Guardián entre el Centeno" fue duramente criticado por su lenguaje y por retratar sin ningún tapujo a la sociedad estadounidense del momento y muy especialmente a la problemática de aquellos adolescentes, cuya generación vio ganar la II Guerra Mundial, pero que veía como era abandonada a su suerte. 


Muchos han convertido, no sin cierta razón, a Holden Caulfield en un mito de la rebeldía adolescente, a aquel que nunca está contento con nada y que critica con bastante acidez lo que ve sobre todo lo relacionado con la falsedad del ser humano, pasando de la expulsión de Pencey (una de sus muchas expulsiones) y cuyo relato nos muestra que puede mentir para sacar beneficio propio, pero que los demás no se quedan atrás. La falsedad todo lo nubla. Sólo hay dos personas a las que quiere mucho: su fallecido hermano y su hermana pequeña, Phoebe.
Salinger, sin saberlo (y puede que sin pretenderlo) había escrito no sólo un clásico de la literatura contemporánea (millones de ventas en todo el mundo), sino todo un ícono de la cultura pop, referente de generaciones de jóvenes inconformistas sobre todo a partir de los años 70. 

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