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viernes, 3 de abril de 2020

Una relación vampírica

"El vampiro, el vampiro...". Desde muy pequeño Abraham era un niño enfermizo que estuvo postrado en la cama durante mucho tiempo y que vivia obsesionado con la lectura, mientras los doctores mediante inútiles sangrías, cual vampiros sedientos de sangre, intentaban curar el mal que le aquejaba. "La mayor fuerza del vampiro es que nadie cree en su existencia" era la máxima de "El Vampiro" de Polidori, uno de sus relatos de cabecera (para saber más... ). Ya adulto, siendo un simple funcionario, conoció al actor Henry Irving.


Tras verlo actuar por primera vez en 1867, Bram Stoker, pues ese es el nombre de nuestro protagonista, se obsesiona con Irving hasta el punto de que en 1876 llega a publicar una reseña sobre el Hamlet, que estrena en Dublín.
Ambos se conocen y es cuando entra en juego lo que algunos llaman una amistad "dispareja". Stoker adora a Irving y él se deja adorar. En Junio de 1878, el actor le cuenta a su admirador que ha comprado el Lyceum Theatre y le propone un pacto en lo que sería una labor de acompañamiento y teórico asesoramiento. Bram renuncia a su cargo de inspector de tribunales y aduanas y se convierte no precisamente en un mánager, sino en todo un sirviente de un hombre presumido ("como todos los actores" se diría en su tiempo) hasta el punto de que él, Bram Stoker, pierde casi su identidad, olvidándose de su otra pasión: la escritura. Aunque también es verdad que desea crear un personaje a la altura de su ídolo. Un ser inmortal. El propio Stoker se lo cuenta al propio Irving, que tan solo se limita a escuchar.

Sir Henry Irving como Hamlet

En medio de todo, Bram se casa con Florence y en uno de sus sueños, sufre una revelación: un hombre joven sale de excursión y se ve abordado por tres jóvenes que intentan besarlo no en los labios, sino en el cuello hasta que aparece un ser salido de la nada. Un viejo Conde que voz en alto dice "Este hombre me pertenece. Es mío".
A partir de ahí surgiría una creación inmortal a la que añadió varios elementos, entre ellos un nombre terrible basado en un personaje histórico perteneciente a la estirpe de los dragones. Era Vlad Tepes, Vlad Dracul o Draculea más conocido como el empalador (para saber más... ). Acababa de nacer "Drácula", una obra extraordinaria que con un personaje sugerentemente malvado, estaba a la altura de lo que Bram quería. Poco después he sabido que, a pesar de su más o menos utilización como símbolo turístico (dentro de lo que cabe), a los rumanos no les hace ni pizca de gracia que el nombre de un héroe nacional como Vlad sea asociado a un ser monstruoso como el Conde Drácula.

Vlad el empalador 

Trazado el título (tener el nombre del villano como título de la novela era ya de por sí revolucionario, por lo arriesgado que era), estructurada la trama en tres partes o secciones (Transilvania, Londres y de nuevo Transilvania) y ubicado los escenarios concretos, Bram escribe la extraordinaria novela, que, al igual que la novela donde Mary Shelley nos presentaba a su criatura,  tendrá un estilo epistolar (diarios, cartas y periódicos).
Ya estamos en 1897 y a una semana de publicarse, Stoker organiza una típica lectura dramática de su obra para asegurarse el copyright teatral y de paso impresionar al propio Irving, que asistía a dicha representación. Lo cierto es que el actor no aguantó y no había pasado una hora del comienzo cuando se levantó para irse de la sala. Antes de salir, desde el fondo del patio de butacas, lanza un grito cruel, que fue toda una puñalada para Bram: "¡Es espantoso!"
El resto es leyenda. Muchos han querido ver en la nociva influencia del actor sobre el escritor el vínculo amo/servidor existente entre el Conde Drácula y Renfield y, en cierta medida, no les falta razón. Estamos ante un caso de posesión o relación vampírica más allá del mito.


La obra fue muy elogiada por escritores del calibre de Arthur Conan Doyle, pero eso no quita que se le sacaran a la luz aparentes carencias como el no centrarse en un momento de la acción o que el Conde sólo aparezca en determinados momentos y casi todo lo que conocemos de él lo sabemos por los diarios de Jonathan Harker o el reconocido Abraham van Helsing. Su figura se nos muestra en todo su esplendor al principio (estoy de acuerdo con muchos con que la primera parte de la novela con la visita de Jonathan Harker al castillo de Drácula con su descenso a las brumas del vampiro, donde tres hermosas jóvenes libidinosas desean hacerlo suyo, es la mejor parte de la obra) para prácticamente desaparecer en casi toda la novela posterior, algo que probablemente ha hecho que no haya habido ninguna adaptación cinematográfica a su altura. Sin embargo, es en el horror latente por las acciones terroríficas del Conde fuera de plano lo que hace de "Drácula" una obra magnífica.


Por contra de lo que se cree, Bram Stoker no se hizo rico con su obra más conocida, pero también es verdad que él, a pesar de escribir sobre otros personajes e historias (muchas o pocas ¡eso da igual!), nunca encontró nada que estuviera a la altura del Conde, al igual que nadie estaba a la altura de Henry Irving... el vampiro, el vampiro...
Para saber más: invitados al castillo de Drácula

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