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jueves, 5 de mayo de 2016

El sangriento empalador

Sería en un viaje a las zonas de los Cárpatos donde conocería tal historia. Estamos en los años 90 del Siglo XIX cuando un hombre de cierta edad llamado Bram Stoker oiria de los labios de los propios lugareños la historia de un hombre que durante el Siglo XIII sería Principe de Valaquia y durante los años en los que estuvo sobre la faz de la tierra, llevo el dolor y la muerte a todos aquellos que osaran oponerse a su poder, rechazando a los invasores otomanos a los que odiaba profundamente. Su nombre era Vlad Tepes llamado también Vlad Drăculea.


Draculea (o Dragkwlya, Dragulea, Dragolea, Drăculea) es un diminutivo del epíteto Dracul, heredado de su padre Vlad Dracul, quien en 1431 (el mismo año en el que había nacido) fue admitido en la Orden del Dragón. Algunos quisieron ver a la palabra drac en función del rumano moderno el significado de "demonio" (ahora la palabra para "dragón" es balaur o dragon) y sin ser así podemos decir que Vlad fue un auténtico demonio para sus adversarios. 

Símbolo de la Orden del Dragón

Vlad Tepes vivió una infancia traumática, hecho que resultó determinante a la hora de conformar su sadismo que lo haría legendario. A los trece años fue entregado como rehén a los turcos por su propio padre. Durante su cautiverio, el joven Vlad (del que se cuenta que en la celda donde inicialmente estuvo se acostumbro a empalar pájaros) fue adiestrado finalmente en las artes de la guerra, pero tras la muerte de su padre desertó de las filas otomanas y reunió su propio ejército. En 1456 vio cumplido su sueño al convertirse en príncipe de Valaquia con el nombre de Vlad III. 

Vlad es considerado héroe de Rumania y defensor del Catolicismo

Fue en ese momento cuando empezó a forjarse la leyenda sobre su sanguinaria personalidad. A Vlad se le atribuyen más de cien mil muertes durante su reinado. Los detalles que han trascendido a través de documentos y grabados de la época ponen de manifiesto la falta de escrúpulos con la que Vlad ejecutaba a sus enemigos. Aparte de utilizar otros métodos de ejecución como decapitaciones y flechas, para acabar con sus enemigos solía utilizar la práctica del empalamiento, consistente en ensartar los cuerpos de los opositores en altas estacas de madera, haciendo que estos antes de morir padecieran un tremendo dolor. 

Vlad Tepes desayunando ante unos empalados.

Un ejemplo de su crueldad lo tenemos en su venganza contra los boyardos, asesinos de su padre y de su hermano mayor. En la Pascua de 1459, Vlad invitó a los boyardos a una gran cena, pidiéndoles a éstos que se pusieran sus mejores galas. Cuando terminaron de cenar, Vlad mandó empalar a los más viejos, mientras que a los jóvenes los obligó a ir desde Târgoviște (en la Rumania actual) hasta un castillo en ruinas que había en un monte cercano al río Arges. Los boyardos fueron a pie y muchos murieron en el camino.Los que llegaron aún con vida fueron obligados a construir el castillo de Drácula y, de esta forma, sus preciosas ropas de gala quedaron convertidas en harapos, mientras, obligados a construir el castillo, iban muriendo de cansancio y agotamiento ante el deleite de un Vlad que pasó a la historia como empalador. Era tan sanguinario que sus enemigos (por creencia o para esparcir una propaganda negativa) decían que al propio Vlad le gustaba beber la sangre de sus enemigos. 


Esta historia sobrecogió a un impresionable Bram que se interesó por la historia que versaba sobre las sangrientas practicas de Vlad entre las que se encontraba su supuesta afición a beber el líquido rojo. Fruto de esta historia, de la mente de Stoker nació un libro de terror epistolar de corte gótico, "Drácula". Una de las grandes obras de la literatura universal se gestó gracias a un hombre que tiño de sangre la tierra por donde pasó.

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