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sábado, 1 de julio de 2017

Combatiendo la posverdad

Según la Wikipedia, la palabra posverdad es "un neologismo que describe la situación en la cual, a la hora de crear y modelar opinión pública, los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales". Vinculada muy especialmente a la política, la posverdad sería una especie de construcción de un relato en el que importa no es la VERDAD, sino en algo que aparentemente es verdad, pero que en realidad no es otra cosa que la historia interpretada por uno o un grupo de individuos. La construcción de un relato. 


Con todas esas apelaciones y mitificaciones de épocas históricas, debería resultarnos lamentable que desde la opinión pública y la política se haga un uso sectario e ideológico de cualquier acontecimiento de nuestra historia para adaptarlo a tus tesís o ideas. Y ahí es donde entro. Es llamativo (como poco) que algunos quieran pasar a la Segunda República como un Sistema democrático. Ni lo fue en su origen, ni en su forma, ni en su contenido. Arthur Conan Doyle decía en boca de su Sherlock Holmes que hay que adaptar nuestra teoría a los hechos y no los hechos a nuestra teoría. Pues a los hechos me voy a remitir. 
Origen: Las elecciones del 12 de Abril de 1931 no fueron NUNCA un plebiscito Monarquía-República (eran unas elecciones municipales) y ni tan siquiera los candidatos republicanos lo tomaron como tal... hasta que se dieron cuenta que habían ganado en la gran mayoría de las capitales de provincia. Lo lamentable es que hasta mucho tiempo después no se conoció que habían perdido estrepitosamente gracias a las zonas rurales, que ellos mismos despreciaron dado que, según esos "demócratas", los pueblos y zonas comarcales estaban en manos del caciquismo y entreguismo a los monárquicos. El incompetente Alfonso XIII, antes de conocer los resultados, y con el alzamiento de algunas banderas tricolores, prefirió renunciar al Trono (nunca abdicó) para evitar una guerra civil. A continuación, los resultados de dichos comicios.

Coalición
Concejales
Monárquicos
40.324
Conjunción Republicano-Socialista
36.282
Esquerra Republicana de Cataluña
3.219
Liga Regionalista de Cataluña
1.014
Nacionalistas vascos
267
Partido Comunista
67
Independientes
267
 
Contenido: Aunque hubo una Constitución netamente avanzada, ésta quedó anulada por la Ley de Defensa de la República (enlace), que derogaba de facto las garantías constitucionales. Ni se podía criticar al sistema, ni se podía hacer uso de una bandera bicolor e incluso periódicos fueron cerrados y películas censuradas. 


Forma: Arbitrariedades de todo tipo. José María Gil-Robles, líder de la CEDA, partido de derechas (hay que decir que la derecha era esencialmente monárquica), no pudo gobernar a pesar de ganar las elecciones de 1933, puesto que desde sectores izquierdistas amenazaron al Presidente de la República con montar una revolución. Finalmente, el Partido Radical de Lerroux, gobernó con apoyo de la CEDA, que no tenía ni un Ministro en el nuevo Gobierno.

Gil-Robles

Las mujeres estuvieron a punto de no votar gracias a un importante sector de la izquierda, entre ellas una buena parte del PSOE, que consideraba que las mujeres estaban muy influenciadas por la Iglesia y, por lo visto, eso les quitaba el derecho a voto (recuerdenselo cuando digan que SIEMPRE han defendido los derechos de las mujeres). Por otro lado, un partido socialista muy radicalizado gracias a la victoria de un ser tan miserable como Largo Caballero (que venció a un español de los pies a la cabeza llamado Julián Besteiro, que al igual que Prieto, pretendía pactar con la derecha como forma de llegar a un acuerdo que calmase los ánimos. Eso podía haber evitado la guerra civil) ya hacía llamamientos a la revolución y la guerra civil en pleno 32/33.
El mismo que fue Secretario de Estado con el dictador Primo de Rivera, ahora era un adalid de la izquierda más radical bajo el apelativo de "Lenín español". El ejemplo perfecto de radicalidad lo tuvimos en la famosa revolución del 34, que triunfó en Asturias. Un tal Franco tuvo que ir al norte a acabar con la situación. Poco después se reconocería al futuro dictador como "Salvador de la República" (¡Qué ironía!). Por supuesto, la izquierda radical despreciaba a la bandera tricolor, queriendo que fuera sustituida por la comunista. 

Ni era Largo, ni Caballero... a pesar de los apellidos

Lo que vino después fue lo mismo que antes: asesinatos políticos, quema de Iglesias y conventos, desordenes publicos e insultos en la supuesta sede de la Soberania Nacional. Carteles con llamamientos a la insurrección, con mensajes de corte marxista, acompañados de imágenes de Stalin o Lenin fueron habituales en las calles de Madrid (la quema de Iglesias y conventos, además, propició la perdida de una cantidad incalculable de obras de arte). Por no saber, no supieron ni cortar las comunicaciones entre determinados Generales que planeaban un Golpe. Cuando enviaron a Mola a Navarra, el plan ya estaba muy avanzado y sólo faltaba que Franco se decidiera a unirse para hacer uso de los regulares. 


Sin animo de nada, es licito tener sentimientos republicanos o monárquicos y defenderlos desde el respeto, pero sinceramente, a mi cuando escuchó aquello que la Segunda República fue un sistema democrático, no puedo hacer más que echarme una carcajada.
Ver más en: Desmitificando la II República Española

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