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sábado, 1 de julio de 2017

El ingeniero del fútbol

Imaginense. Un partido empatado o que estaba perdido, cuando desde el centro del campo, un hombre parece hacerse con los mandos. Se va de uno, se va de otro... nadie puede pararle, parece como si el balón estuviera cosido a su pie hasta que llega a las inmediaciones del área para ponerse mano a mano con el portero, ve a un compañero desmarcado y le pasa el cuero, marcando a puerta vacía. La jugada es antológica y, aunque no marcó, todos llevan en hombros a futbolista tan extraordinario. Su nombre René Petit. 


El joven René de origen francés, se crió junto a su hermano Juan en el colegio El Pilar, destacando en el equipo escolar como centrodelantero. Ya cuando fue al Madrid (sin título de Real en aquellos momentos) había readaptado su forma de jugar al mediocentro y desde allí servía pasesa los delanteros y extremos con una maestría inhabitual. No marcaba tantos goles... pero los daba. Junto a él estaban Bernabéu, Aranguren, Teus, Machimbarrera... y tantos otros con los que ganó la Copa de España de 1917. 


Un año después, el joven René viajaría a Irún para jugar en el Real Unión. Desde la ciudad vasca, se recorerría kilometros y kilometros para viajar a Madrid y terminar sus estudios de ingeniería. Allí ganaría tres Copas de España, formando una excelente generación de futbolistas vascos, que en muchos casos llegarían a ser internacionales. Ya en 1929 debutaría en la recién creada Liga Española, retirandose en 1933. 


Años después, con motivo de las Bodas de Oro del Real Madrid en 1952, el público quedó deslumbrado por un futbolista argentino llamado Alfredo Di Stéfano, que se iba de todos y al que nadie podía parar. Los más viejos del lugar también quedaron deslumbrados... pero no tanto. "Si eso ya se lo hemos visto hacer a René Petit".

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