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martes, 15 de abril de 2014

La Concordía fue posible (tercera parte)

Pero los nubarrones se cernían sobre España y un Adolfo Suárez, que vería la segunda legislatura de su Gobierno como una tortura. Al terrorismo de extrema derecha e izquierda, se le sumaba las críticas de la prensa por, según ellos, su inacción y una izquierda echada al monte, que le insultaba todos los días (Alfonso Guerra lo llamo "tahúr del Mississippi" y Felipe llego a decir que "Suárez es como Luiz XIV: se cree que el Estado es él") y llego a montar una moción de censura. A ello se le sumo una UCD que cuestionaba su liderazgo y es que, hay que tener en cuenta que era una formación con una almagama inmensa de ideologías desde el comunismo, pasando por el liberalismo y acabando en la Democracia Cristiana. También se decía que había perdido la confianza del Rey.


La perdida de algunas votaciones, así como su evidente cansancio, hizo que Suárez dimitiera el 29 de Enero de 1981. Primero presento la carta de dimisión al Rey y después, con el respeto que le caracterizaba, ante todos los españoles por televisión. Aunque no dijo el porque de su dimisión eran evidentes sus motivos. El caso es que fue duramente criticado. El elegido para sucederle en una votación en el Congreso sería Leopoldo Calvo-Sótelo. La fecha elegida: el 23 de Febrero.

Dimisión de Adolfo Suárez


Años después el propio Suárez diría que sí hubiera sabido algo de un golpe de Estado no hubiera dimitido. El caso es que mientras se celebraba la votación, cuando iba a emitir su voto un diputado socialista se comenzaron a oír una serie de voces en los pasillos del Congreso. Fue entonces cuando ante la sorpresa de todos de todos apareció el Teniente Coronel Antonio Tejero, que subido en la Tribuna y con una pistola en la mano, gritó: "¡Quieto todo el mundo!"  y dio orden de que todos se tirasen al suelo. 


Un enfadado Gutiérrez Mellado, Ministro de Defensa y militar de más alta graduación, le increpo e intento quitarle el alma, imponiendo la autoridad que por ley le asistía. Varios disparos soltó al aire el propio Tejero y los militares que le acompañaban. Sólo Suárez y Mellado permanecieron en frente de los golpistas, que con sus disparos buscaban parar la Democracia. Resulta llamativo que un hombre como Tejero, que había participado en otra intentona golpista junto a otros militares (la denominada "Operación Galaxia") tuviera las puertas abiertas para entrar a su antojo.
Disparos en el Congreso


Al parecer, La idea de los militares golpistas era formar un Gobierno de concentración. Para ello concentraron a los principales lideres de los partidos, mientras esperaban a su elefante blanco, que, según se cuenta era Alfonso Armada, que era, ni más ni menos, el Secretario General de la Casa del Rey. Según cuentan, el propio Armada quería meter en su Gobierno a los comunistas, algo a lo que se negó el propio Tejero ("no he venido a dar un golpe de Estado para ver comunistas en el Gobierno"). Por otro lado, la televisión y la radio habían sido tomadas por los golpistas, que durante todo el día tuvieron secuestrados a los diputados.

Gutierrez Mellado es zarandeado

La clave la dio el Rey cuando en un mensaje histórico, dijo que no iba a tolerar que la Democracia, que se nos había dado, fuera secuestrada, ordenando a los Jefes Militares que depusieran su actitud. Poco a poco fueron saliendo los Diputados, muchos de ellos descolgándose por las propias ventanas. 
Discurso del rey el 23-F


El propio Tejero, así como otros militares entre los que se encontraban Milans del Bosch, que saco los tanques a las calles de Valencia, se rindieran ante la falta de ideas. Mucho se hablo de que sí el Rey o alguna "fuerza oscura" tuvo algo que ver. El caso es que la Democracia siguió su rumbo y Calvo-Sótelo fue investido como Presidente, cargo que ostento hasta que los socialistas obtuvieron la mayoría en 1982.


Con el PSOE se estabilizaría una Democracia que, a pesar de los avatares y de algunos indeseables, sigue su curso. Nadie lo piensa, pero el momento en que nos encontramos es uno de los de mayor estabilidad política y social de los últimos 200 años en nuestro país.
Y todo fue gracias a hombres como Suárez o el Rey que vieron la posibilidad de que la historia española no siempre tenía que acabar mal. Y es que, como dice el epitafio de la tumba de Don Adolfo Suárez, la concordia fue posible. Una concordia que hemos de mantener porque es el gran legado que le podemos dar a las generaciones venideras.


Fuimos ejemplo para todo el mundo y es por eso que, por lo menos una vez, podemos estar orgullosos de un país que pasó de un régimen odioso y criminal a una Democracia en la que TODOS los españoles tenemos los mismos derechos fundamentales. Si, Don Adolfo: la concordia fue posible.

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