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martes, 6 de agosto de 2019

El bulo de los Protocolos de los Sabios de Sion

Probablemente estemos ante el último libelo antisemita de la historia (al menos hasta el momento). Fue utilizado por todo aquel que quiso desprestigiar a los judíos entre ellos la propia Alemania nazi, que junto al "Mein Kampf" de su führer, lo uso como elemento "didáctico" en sus colegios. Me estoy refiriendo a los archiconocidos Protocolos de los Sabios de Sion.


El año 1902, un diario ruso, Znamya (La Bandera en ruso) publicó por entregas una serie de escritos conocidos como los Protocolos de los Sabios de Sion, aunque la versión que ha perdurado (y que ha sido traducida a varios idiomas) fue publicada por primera vez en 1905 también en Rusia como apéndice al libro "El Grande en el Pequeño: La Venida del Anticristo y el Dominio de Satán en la Tierra" del místico y escritor ruso Sergei Nilus.
El texto se halla dividido en 24 capítulos o protocolos en lo que serían las presumibles actas de supuestas reuniones de los lideres judíos, describiendose en ellas los "planes secretos" de los judíos para dominar el mundo, mediante la manipulación de la economía, el control de los medios de comunicación, y el fomento de los conflictos religiosos entre otras muchas cosas.


Ni que decir que este panfleto fue tomado como verdadero más que nada por la histórica ola antisemita que circulaba por el viejo continente. Tras la revolución rusa de 1917, emigrantes anticomunistas trajeron los Protocolos fuera de la madre Rusia, circulando a través de Europa, los Estados Unidos, Sudamérica, y Japón, apareciendo incluso ediciones arabes. El hecho de que triunfara la revolución rusa parecía darle alas a los que efectivamente pensaban que los judíos, en las sombras, tenían algo que ver en ello. De hecho, se comenzó a hablar de una suerte de conspiración judeo-masónica, que consistía en el control de la masonería y de los movimientos comunistas, que conjuntamente pretendían hacerse con el poder de todas las naciones de la Tierra hasta alcanzar el poder mundial. Una tremenda teoría de la conspiración.
En 1920, Henry Ford, el magnate de los automóviles y muy conocido por su fobia a los judíos, publicó en su diario, "The Dearborn Independent", una serie de artículos basados en parte sobre los Protocolos en lo que sería un libro "El Judío Internacional", traducido al menos a 16 idiomas. Tanto Adolf Hitler como Joseph Goebbels, Ministro de propaganda nazi años después, elogiaron a Ford y su obra.


Un año después se desveló el engaño. En 1921 el diario británico "The Times", presentó la evidencia concluyente que los Protocolos eran un absurdo plagio que nos mostraban la gran mentira. Confirmaron que los Protocolos habían sido copiados en gran parte de una sátira política francesa (que paradojicamente no mencionaba a los judíos) "El Dialogo en el Infierno entre Machiavelli y Montesquieu" (1864), escrito por Maurice Joly,. e incluso investigaciones posteriores revelaron que un capítulo de "Biarritz" (1868), obra escrita por el prusiano Hermann Goedsche, también "inspiró" los Protocolos. Incluso se dejo entrever que los supuestos Protocolos parecen tener un carácter autoinculpatorio (como si de una confesión se tratase) y lo más evidente: no hay palabras de raíz lingüística  judía, por lo que parece que ni siquiera había sido escrito por alguien que al menos tuviera conocimientos de la cultura judía.


Al parecer, fue una falsificación (burda) de la Ojrana, la policía secreta zarista, para justificar el antisemitismo y determinadas políticas antijudías en el país y que, como he relatado, fue tenida en cuenta en 1917 a la hora de asociar el comunismo al judaísmo y junto a ellos a la masonería. Un potaje que todo el mundo creyó para ser inculcado en el odio a los judíos que es fuertemente relanzado aún hoy por grupos extremistas de corte xenófobo y que tiene gran aplauso en países islámicos que los siguen tomando como verdaderos.

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