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martes, 6 de agosto de 2019

Buñuel en las Hurdes

Esta historia comienza mucho antes de Buñuel. De sobras era bien sabido la miseria existente en las Hurdes, comarca cacereña de gente bregada, la cual vivía en la pobreza más absoluta. Ya en 1904, el poeta José María Gabriel y Galán compone "La Jurdana" y "A Su Majestad el Rey" subrayando la miseria propia de la tierra. Años después, Unamuno dedica un capítulo de "Andanzas y Visiones Españolas" a Las Hurdes, denunciando aún más si cabe las condiciones sanitarias de sus habitantes. Informes de los doctores Gregorio Marañón, Goyales y Bardají, que posteriormente sería Subsecretario de Sanidad, hacen que Alfonso XIII se decida a conocer la comarca. Era el año 1922 y la experiencia fue terrible: Las Hurdes estaba en la miseria y, a pesar de las promesas regias de mejorar su situación, la cosa no pareció cambiar bastante. En base a eso, Maurice Legendre, intelectual e hispanista frances, escribió un estudio de antropología titulado "Las Jurdes : étude de géographie humaine" (1927), que llegó a las manos del cineasta, que por aquel entonces vivía fuera de España (París generalmente, aunque venía de visitar Hollywood, conociendo a Chaplin y Eisenstein), trabando cierto conocimiento de las penalidades históricas de los hurdanos, por lo que ya se le había metido en la cabeza grabar un documental en la zona extremeña, lo que no dejaba de ser chocante dado que apenás había dirigido un corto muy polémico en su momento, "Un Perro Andaluz", y "La Edad de Oro" (de apenás una hora) y ambas de marcado tinte surrealista. ¡Ahora se decidía por un documental!


Mientras en España estamos en la Segunda República, tras asistir a la primera reunión de la Asociación de Escritores Revolucionarios (AERA), Buñuel se separó del grupo surrealista, afiliandose al partido comunista francés. Contratado por la Paramount, volvió a España, trabajando como responsable de sincronización. Ya en París había conocido a un joven oscense de ideología anarquista llamado Ramón Acín al que le había hablado de su proyecto en las Hurdes para el que no tenía dinero. Cosas del azar (o no), a Ramón le tocó la loteria por lo que finació el proyecto de Buñuel. Después de circular por laderas y terrenos llegó a las Hurdes. A partir de ahí comenzó el rodaje que cinceló la polémica. 

Ramón Acín

Un resumen:  La película/documental arranca en La Alberca, justo antes de entrar en Las Hurdes, viendo una celebración nupcial donde unos jinetes arrancan la cabeza a unos gallos colgados. En las aldeas hurdanas son tan pobres que carecen de folklore. De hecho, la única actividad cultural son los enterramientos, en camposantos con cruces de palos.


En las aldeas no ven el pan tierno. Alguna vez llegan desde Andalucía algún que otro mendrugo, que sirve de moneda de cambio y que los padres quitan a sus propios hijos pequeños. Vemos una escuela modesta en la que un niño escribe en la pizarra: "Respetad los bienes ajenos". Podemos también ver a una niña que, al parecer lleva mucho tiempo en una posición encogida/apesadumbrada, que sufre porque está enferma debido a una infección en la boca. Según nos cuenta, morira a los pocos días. 


Los intentos de agricultura fracasan en la mala tierra, aunque la trasladen en sacas a las riberas para hacer entre muretes huertas que se llevarán las crecidas. Se alimentan de cerdo y frutos silvestres, pero las enormes carencias causan enfermedades endémicas: paludismo,  disentería y bocio. Según dice el incesto y la consanguinidad entre parientes son evidente origen del abundante cretinismo de la zona. Decir que viven en la miseria es poco.


Este corto de unos 27 mínutos titulado "Las Hurdes: Tierra Sin Pan" causó tremendo rechazó en pleno año 1933 por parte de la población, que se negaba a creer que en  España hubiera tanta miseria. Al estreno en el Palacio de la Prensa de Madrid acudió el doctor Gregorio Marañón, el cual ya había acompañado al entonces Rey Alfonso XIII en 1922 a las Hurdes. Indignado por lo desagradable y, según él, lo injusto de la película, a la que tachaba de basura, protestó enérgicamente contra ella. El Gobierno de la Segunda República decidió prohibirla por la mala imagen que presentaba de España. Años después, tuvo similar camino en Francia.


Buñuel indudablemente exagera. La cabra cayendo por un disparo fue la primera señal (el cineasta admitió que disparó al animal porque no podían esperar a que cayera una cabra, suceso que, según él, acaecía de forma habitual). Un hurdano llegó a afirmar que había hecho los arreglos para que un burro enfermo fuera cubierto con miel para que éste pudiera ser filmado, mientras era picado hasta la muerte por abejas. Hay algunas otras tramas no confirmadas (¿murió aquella niña?), pero la idea que parece verse durante todo el presumible documental no es ya sólo la miseria, sino la muerte. Algunos acusaron a Buñuel de buscar protagonismo (y lo consiguió).
La cinta originalmente era muda, pero en 1935 obtuvo dinero de la embajada de España en París para sonorizarlo (narrada en frances por una voz en off). Aquí la reconocimos años después, siendo narrada por el gran Paco Rabal, que curiosamente fue protagonista de varias cintas de Buñuel en tres países diferentes: "Nazarín" (Méjico), "Viridiana" (España) y "Bella de Día" (Francia).


¿Qué decir de esta obra? Conjugando una parte de realidad con ficción sacada de la manga por parte de Buñuel, estamos ante una cinta de incalculable valor más allá de la polémica suscitada, cumpliendo la función extrema de alertar de una situación concreta de pobreza y miseria, incomodando a las autoridades por su dejadez, algo que ya hizo en su étapa mejicana con la magnífica y oscura obra "Los Olvidados" (1950) donde retrataba los barrios más deprimidos de Méjico y que le costó protestas violentas por parte de casi todo el país e incluso varios intentos de agresión. 

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