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sábado, 13 de julio de 2019

El Amor prohíbido de Benito Pérez Galdós

"¿Por qué si el Amor es lo contrario a la guerra es una guerra en sí?"
 Benito Pérez Galdós

Galdós es por derecho propio uno de los referentes en cuanto a la palabra escrita se refiere. Muchas de sus obras contienen nombre de mujer: Tristana, Fortunata y Jacinta, doña Perfecta y eso sin contar obras que tienen como protagonistas absolutas a mujeres como Misericordia, Miau, ... pero poco o nada en claro se nos ha puesto en relación a su trato personal con el sexo opuesto. Gran amigo de Emilia Pardo Bazán a la que iba a visitar en su cautivadora Galicia (y con la que parece tuvo una relación), de él se da la gran paradoja que era un mujeriego a la par que tímido. Antes de que fuera el gran escritor que todos conocemos, tenemos que retrotraernos a muchos años antes: Benito (bautizado como Benito María de los Dolores), el menor de diez hermanos, acababa de venir de sacarse el bachillerato de artes en el Instituto de Canarias (actual Instituto Cabrera Pinto) en San Cristóbal de la Laguna en la isla de Tenerife cuando aquel año de 1862 la volvió a ver, pero los dos ya no eran niños y el fuego de la pasión ya había prendido dentro de los dos jovenes hacía mucho tiempo.


Años antes, concretamente en 1850, llegó al hogar de la calle Cano, n.º 34 en las Palmas de la Gran Canaria, una niña preciosa de origen cubano llamada María Josefa Washington de Galdós nacida de la unión de José María Galdós, tío materno del futuro escritor, y de Adriana Tate. Todos conocían a la niña como Sisita.
Los niños crecieron y, al llegar a la adolescencia, mamá Dolores (la madre de Benito) percibió que su hijo y Sisita estaban enamorados. Tiempo estuvo en Tenerife, pero la llama de su Amor (como diría Bécquer) no sólo no disminuyó, sino que permanecía ardiente.
Doña Dolores de una forma u otra no podía tolerar las relaciones de su hijo con la prima (puede que por razón de parentesco, aunque hay que decir que las bodas entre primos hasta el Siglo XIX, sobre todo en pueblos, eran muy habituales) y decidió enviarle a Madrid para estudiar la carrera de Derecho, apartandole de su prima. La terrible decisión de su madre le causó hondo dolor a Benito "estuve algún tiempo atortolado, sin saber qué dirección tomar, bastante desanimado y triste".

Galdós hacía 1863

Galdós volvió algún verano a las Palmas en aquellos años, pudiendose encontrar con la joven, lejos de las miradas de todos. Poco podía esperar que surgiera un gran escandalo: Sisita quedó embarazada y es obligada a casarse en Cuba con un rico sesentón y así tapar la deshonra que conllevaba que fuera una madre soltera (estamos a principios de 1865). Galdós no pasa el verano de 1865 en Las Palmas, porque se enteró que Sisita ya había regresado a la isla de Cuba, pero sí vuelve en 1866 comenzando su primera novela. Mucho se ha especulado sobre si ese hijo fuera del matrimonio pudiese ser fruto de las furtivas relaciones entre Galdós y la prima.
Sisita se casó en Trinidad (Cuba) con Eduardo Duque, teniendo dos hijos falleciendo el primero (el que originó tal casamiento). Volvió a contraer nupcias, dando a luz una niña y, como consecuencia de una fiebre puerperal, el gran Amor de Galdós murió a los veintiocho años.


Es una incógnita qué rumbo hubiera tomado la vida de Galdós si se hubiera casado con Sisita. Probablemente hubiera seguido siendo timido, aunque con una vida algo menos proclive a las faldas y mucho más familiar. Cuando los periodistas Antón de Olmet y García Carrafa le preguntaron por qué no contaba algo de los amores de su juventud, Galdós respondió "ese es un aspecto de mi vida que no tiene nada de interesante. Nunca sentí la necesidad de casarme, ni yo puse empeño en ello". Así todo pareció quedar en el olvido.

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