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martes, 1 de noviembre de 2016

Pedro, Pedro...

A veces pasa que cuando un tipo X ha hecho y dicho tantas barbaridades, parece que no puede sorprenderte más. He de reconocer que Pedro Sánchez tiene la extraordinaria cualidad de sorprenderme no sólo a mi, sino a muchos que no sabemos si creernos lo que decía antes o ahora. Resulta que esta extrema izquierda 2.0 no es populista y que España, haciendo clarisima referencia a la negra etapa zapateril, es una "Naciones de Naciones". Resulta que la reforma de la Constitución escondía una especie de reconocimiento nacional a Cataluña y a Vascongadas a costa de muchos españoles, socialistas o no, que aún creemos en un país, que, respetando las tradiciones y lenguas regionales, es uno solo, ya que es más importante lo que nos une que lo que nos separa.


Dirán que Mariano es un mentiroso, pero lo cierto es que al lado del coletas y Sánchez no ha roto un plato en su vida. Pasando primero por el que decía ser socialdemócrata danés (al menos hasta las segundas elecciones) y siguiendo por el que no iba tan siquiera hablar con nacionalistas y populistas (aunque se ve que ahora no son populistas), hemos vivido 10 meses en los que algunos por interés personal (vicepresidencias y poltronas) han hecho que el país este en funciones durante un largo, largo periodo de tiempo. 
El problema de Sánchez es que, tras estos 10 meses, más la espantada del Sábado, siguiendo a la miserable entrevista emitida el Domingo donde reconocía haber ido a presionar a "El País", aparte de hacer referencia a un supuesto "contubernio judeo-masónico" de los malos, malisimos poderes (ya saben: el "ibex, periódicos, etc."), ha demostrado de la calaña que esta hecho, firmando su sentencia de muerte. El problema de Pedro es que no sabe que es un muerto político, que por una extraña razón quiere mantenerse en pie. Lo que no sabe es que los únicos "poderes" que no le han permitido gobernar son los "resultados históricos" proporcionados por los votantes, que no los militantes, aunque siempre ha recurrido ha ellos cuando le ha interesado (un tal Tomás Gómez sabrá a lo que me refiero).

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