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sábado, 16 de julio de 2016

La Beltraneja

Ya desde el principio se tuvieron dudas. De cara a la legalidad Juana era hija de Enrique IV de Castilla, pero lo cierto es que a nadie escapaba las dificultades del Rey para tener hijos (se hablaba de impotencia) y la frivolidad de una Reina que tenía una querencia "especial" por Beltrán de la Cueva. Lo cierto es que desde el principio Juana fue conocida como la Beltraneja.


Cuando tuvo lugar la rebelión nobiliaria en Castilla por la sucesión, se hizo especial referencia a la supuesta condición de bastarda de Juana y ya en ese momento se hizo hincapié en que el Infante Alfonso, hermano del Rey, fuera el heredero, algo que no pudo llevarse a cabo por la muerte de éste. Tras ello, los nobles defendieron los derechos sucesorios de Isabel frente a los de Juana. Los nobles consideraban que Isabel defendería sus derechos.

Enrique IV de Castilla

Por el Pacto de los Toros de Guisando en 1486, Enrique IV se comprometió a revisar el orden sucesorio y es que Juana ya había sido jurada como heredera por las Cortes castellanas para dejar como heredera a Isabel, pero el Rey montó en cólera cuando Isabel contrajo matrimonio con Fernando de Aragón e incumplió su promesa, reconociendo a Juana como heredera legítima.

Beltrán de la Cueva 

Al morir el achacoso Rey, se inició una guerra civil en Castilla entre los partidarios de Isabel y los de Juana, apoyados éstos por el Rey de Portugal, Alfonso V, el cual contrajo matrimonio con la Beltraneja. Tras una dura guerra y ser derrotados sus partidarios, el Tratado de Alcaçovas obligó a Juana a recluirse en un convento de Coimbra. 


Años después, salió de allí para establecerse en Lisboa, donde permaneció hasta su muerte haciéndose llamar Reina de Castilla. Lo cierto es que no sabemos que hubiera pasado si hubiese triunfado la Beltraneja, pero también es verdad que tras esa guerra comenzó la etapa de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando.

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