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domingo, 12 de junio de 2016

El zorro del desierto

Incluso dentro de la radicalidad, no todos somos iguales. El nazismo significó una historia terrible para la humanidad, llevándonos a un auténtico Apocalipsis llamado Segunda Guerra Mundial. Incluso entre ellos hubo gente que destacó por otra forma de actuar. Uno de esos hombres fue el Mariscal Erwin Rommel.


Rommel ya participó como Teniente en la Gran Guerra del 14 y durante la misma demostró gran habilidad para la infiltración y las maniobras sorpresivas. Sus actuaciones bélicas le valieron la Cruz de Hierro de Primera Clase y la Medalla al Mérito Militar. Acabada la guerra, continuó en el reducido ejército alemán al mando de un batallón mientras por toda Alemania iba aumentando el terror con el apoyo inicial y posterior ascenso del partido nazi, cuyo líder Adolf Hitler alcanzó la cancillería desde donde poco a poco eliminaría de facto la frágil Democracia germana.


Rommel, al igual que muchos militares alemanes, no sólo se adaptó, sino que ascendió progresivamente hasta su puesto de Mariscal. En 1941 sería Comandante del Deutsches Afrika Korps, fuerza de apoyo alemana para ayudar a las tropas italianas de África que estaban siendo derrotadas por los británicos. Su gran capacidad de liderazgo y gran inteligencia le valió el sobrenombre por el que le conocería la posteridad: el zorro del desierto. Sólo Montgomery pudo derrotarle y fue más bien por la falta de apoyo y combustible de parte de una Alemania nazi en franco declive.


Finalmente se encargó de intentar repeler el denominado desembarco de Normandía, siendo herido. Sin pruebas fue acusado de un complot para asesinar a Hitler (la famosa operación Valkiria), sería obligado a suicidarse para no ser sometido a juicio público. Pero ¿Qué hizo diferente a Rommel de cara a su actitud en la guerra? ¿Qué le hizo diferente respecto de los nazis?
Resulta que Rommel una gran caballerosidad con sus adversarios, siendo uno de los mandos alemanes que se negó a obedecer la Kommandobefehl, que consistía en ejecutar a presos de guerra si intentaban rendirse y que cualquier persona que ejecutase acciones militares sin llevar uniforme debía ser entregado inmediatamente al Sicherheitsdienst, servicio de seguridad nazi para su ejecución sumaria. 


Incluso sus adversarios le reconocerían como una rara avis dentro de un país enloquecido como aquella Alemania donde triunfaron los nazis, los cuales llevaron a Europa a la guerra.

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