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sábado, 23 de abril de 2016

El primer hombre de las estrellas

A finales de los 50 y principios de los 60 comenzaría la carrera espacial en la que las dos superpotencias de entonces, los Estados Unidos y la Unión Soviética, en plena guerra fría, tenían mucho que decir. Desde ese momento han muchos astronautas, cual exploradores como Magallanes y Vasco de Gama, recorrieron el espacio en busca de lo desconocido, pero uno sólo; un hombre fue el primero. El que comenzó todo; el primer hombre de las estrellas sería Yuri Alekséyevich Gagarin, al que todos conocemos simplemente como Yuri Gagarin. 


En 1960, el programa espacial soviético abrió un proceso de selección al que se presentaron unos 3500 voluntarios de los que todos eran pilotos de caza. Los veinte seleccionados recibieron una formación inicial y después se escogió a un grupo de seis hombres. Finalmente, sería Yuri, el hijo de unos humildes campesinos, quien resulto elegido elegido como primer cosmonauta, sometiendosele a una serie de experimentos y pruebas para determinar su resistencia física y psicológica durante el vuelo. 


No era la primera vez que se enviaba a un ser vivo al espacio (acuerdense de la perrita Laika), pero esta sería la primera posibilidad de que un hombre gravitara en torno a la tierra (era esa su misión) y que, además regresara para contarlo. Ni los científicos más sesudos sabían sí Yuri resistiría los efectos de la ingravidez y lo cierto es que Gagarin iba hacía lo desconocido. 
Yuri salió en el Vostok 1, llegando a durar el viaje unos 108 minutos. Un viaje histórico que sólo consistió en orbitar alrededor de la esfera terrestre, pero en el que Gagarin habló por radio, probó un poco de comida, siendo el primero en comer en una nave espacial y comprobó si un ser humano podía sentir y comportarse de manera normal estando sin gravedad.


No todo fue bien. Debido a un error del sistema de frenado, no aterrizó en la región prevista, sino en la provincia de Sarátov. Sobre las 10:20, Gagarin, tras salir despedido de la cápsula, aterrizó en paracaídas cerca del pueblo de Smelovka, a unos 15 kilómetros de la ciudad de Engels. Allí se encontró con una campesina de una granka colectiva, Anna Tajtárova, y a su nieta Rita, de seis años de edad. Eran las primeras personas que veían al cosmonauta Gagarin. Lo primero en que se fijaron era que llevaba extraño traje naranja y un casco blanco con unas grandes iniciales en rojo, CCCP (siglas en ruso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). "¿Vienes del espacio?", preguntó la anciana granjera. "Ciertamente, sí", le respondió el cosmonauta que, para tranquilizarla, le dijo que no se preocupara; que era soviético. 

 
Yuri Gagarin volvió como un auténtico héroe (se le ascendió de Teniente Segundo a Mayor) y se cuenta que muchas madres embarazadas le pusieron a sus hijos Yuri en honor al hombre que realizó tal proeza. Muchos aseguran que Yuri, habiendo visto la tierra en todo su esplendor, no fue el mismo, reconociendo que era una mota de polvo en comparación con la inmensidad del universo. Falleció en 1968 durante un viaje rutinario con su caza y para la historia quedó una frase que llegó a decir cuando estaba viendo la grandeza de la tierra en medio del infinito espacio: 
"Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos"

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