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sábado, 13 de febrero de 2016

Del circo a la Eternidad

Nadie pensaba que triunfaria ¿Un ex-acróbata en el cine? ¡Estamos locos! Ni siquiera él mismo tenía mucha fe en que pudiera llegar a algo. Tendría tiempo de pensar en qué hacer con su vida, tras el servicio militar y eso no fue otra cosa que ser actor. Si, señores. Les hablo ni más ni menos que Burt Lancaster, aquel actor que comenzó con aquellos personajes mezcla de chulo, galán y rudeza a partes iguales para acabar siendo valorado por todos aquellos que no confiaban en él. 


Lancaster comenzó en películas de cine negro como forajidos (con una joven Ava Gardner) o "El Abrazo de la Muerte" con Yvonne De Carlo. Esas películas curiosamente eran del mismo director, un grande del cine negro no excesivamente conocido en la actualidad (aunque con un destacado trabajo) como Robert Siodmark. 


La película que le abriría muchas puertas a Lancaster no fue otra que "De Aquí a la Eternidad" con ese siempre recordado beso en la orilla de la playa con la gran Deborah Kerr (por cierto, fue considerado demasiado erótico para los cánones de la época). 

Un beso muy recordado

Todavía sus papeles eran de tipo duro (algo que en cierta medida no abandono nunca), pero ya se veía en ese rudo ex-acrobata, madera de actor, algo que consiguió en películas como "Duelo de Titanes (dúo fantástico con un hombre como Kirk Douglas con el que trabó una gran amistad) y "Chantaje en Broadway" donde interpretaba a un periodista que sabía jugar las cartas, manejando el poder en una sociedad corrupta. Ambas son del mismo año y en ellas ya se vio una calidad actoral que nunca le abandonó. Antes de eso, ya había rodado la que fue en cierta medida su vuelta al circo (aunque en la gran pantalla), "Trapecio" con Gina Lollobrigida y Tony Curtis con el que rodaría la mencionada "Chantaje en Broadway".  En 1960 consiguió su único Oscar por su papel en "El fuego y la palabra". 

Kirk y Burt

Antes de irse a Europa rodaría grandes películas como "¿Vencedores o Vencidos?" donde con su actuación como juez enjuiciado por su colaboracionismo con los nazis (los famosos juicios de Nuremberg), demostró que sus papeles de galán rudo habían acabado, llegando a étapas más maduras en las que fue dirigido por Luchino Visconti en "El Gatopardo" en la que nos mostró la decadencia de la nobleza siciliana frente a los tiempos revolucionarios de Garibaldi. Incluso Bertolucci contaría con él para su monumental "Novecento", uno de sus últimos trabajos.


Un ataque al corazón (padecía de él desde hacía mucho tiempo) se lo acabaría llevando; muchos años habían pasado desde que aquel acróbata de circo había hecho su aparición en el cine. Muchos años en los que Burt Lancaster, poco a poco, se había ganado el derecho de permanecer en la Eternidad del cine.

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