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jueves, 16 de abril de 2015

Cuando el Emperador salvó la Eneida

Hablar de la Eneida es mencionar a la época clásica de la literatura. La Eneida, una de las obras cumbres del pensamiento occidental, trata sobre las aventuras de Eneas, héroe troyano e hijo de Afrodita, Diosa del Amor, tras el saqueo de su tierra por parte de los aqueos. Sin embargo, aunque resulte curioso, la idea inicial sobre esta obra no tenía nada de literario. 


El recientemente coronado Emperador Augusto le encargo a su amigo, el poeta Virgilio una obra en la que mostrará como los Dioses habían influido en la vida romana hasta el punto de ser el germen de su fundación. Hay que recordar que la mitología griega, asumida por la romana, no era una religión con un clero establecido y un libro en el que se compilasen los diferentes hechos mitológicos. Es por eso que se basaban en la literatura y en las composiciones de grandes como Homero, que no eran más que compiladores de la tradición oral, para hablarnos de los Dioses y su intervención en la tierra, por lo que de una misma historia podemos encontrar diferentes versiones. Un ejemplo, lo podemos encontrar en que hay versiones que dicen que Helena fue raptada por París en contra de su voluntad y en otras no. En el caso de Roma, los gemelos Rómulo y Remo, fundadores de la ciudad, son descendientes de Eneas.

Destrucción de Troya

Virgilio trabajó en esta obra desde el año 29 a. C. hasta el fin de sus días (19 a. C.), dejándola inacabada. Cuenta la tradición que Virgilio quedo muy descontento con la obra, aunque desconocemos el motivo. Los más aceptados son el que pudiera ser que considerara la obra muy lejos del nivel de perfección que quería o que quisiera desligarse del cariz propagandistico de un Augusto, que quería legitimarse definitivamente en el poder. 

Eneas describe a Dido la caída de Troya

Lo cierto es que, según esta tradición, Virgilio en su lecho de muerte dejo dicho que, tras fallecer, quemaran todo lo que tuviera que ver con esta obra; no quería que nadie pudiera leerla. Así se lo dijo incluso a su propio amigo Augusto. 
Sin embargo, no sólo se no se quemo la Eneida, sino que el Emperador la proclamo patrimonio del Imperio Romano, diciendo a sus albaceas que la publicaran con con tan poca modificación como resultase posible. No sabemos sí Virgilio pudo llegar a odiar su propia creación, pero lo que si sabemos es que ha sido una de las grandes epopeyas literarias de la historia, llegando a influir en el mundo occidental y en nuestra forma de ver la poesía.

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