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viernes, 25 de abril de 2014

Cuando la incultura se adueña de las calles

Vergüenza ajena me dio comprobar como la gente se arremolinaba en las calles para que una tal Belén Esteban, drogadicta confesa y que es famosa por tener una hija con un torero de cuarta, les firmara un libro. Un libro que, por cierto, no hace falta decir que no ha escrito ella porque me niego a creer que una señora con ese bagaje cultural tan "extenso" escriba al menos un microcuento.


Unas calles que se llenaron para afrenta y escarnio de un día de las letras en la que esa señora fue trending topic en Twitter y no precisamente para hablar bien de ella. Una señora que lleva viviendo del cuento y que ahora es de las más leídas en España porque a algun@s les gusta ensalzar a gente que ni se lo merece. ¿Qué el padre no va a ver a su hija? Y cuantas mujeres sufren en silencio por las afrentas de su ex-pareja y ni se las nombra. Muchas de ellas tienen que sacar adelante a sus hijos y no pasa nada.
Tenemos la costumbre en España de alabar y glorificar a gente que no se lo merece y de despreciar o aborrecer a personas que hacen presente el dicho aquel de "nunca se es profeta en su tierra". Uno de esos es el divino manco de Lepanto, un hombre que escribió una de las más grandes obras de la literatura universal y que nació pobre, perdió un brazo, estuvo preso en Argel, pasó dos buenas temporadas en la cárcel y murió pobre, a pesar de ser uno de los más grandes. A personas como esas se han de glorificar, pues han configurado con sus obras la manera del ser español, al igual que tantos otros como Lope, Quevedo, Bécquer, Machado... Autores que merecen el reconocimiento de una Nación entera. Ojalá el país les agradezca a ellos y a tantos otros el que llevaran el castellano por todo el mundo. Belén Esteban, como todas las "modas" pasará afortunadamente, pero esos grandes de la literatura castellana y universal perduraran. 
PD: Menos mal que se hace una investigación sería sobre los restos de Don Miguel de Cervantes. Esperemos que los encuentren definitivamente pues sería un perfecto lugar de peregrinación para todos los que amamos la palabra escrita.

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