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sábado, 11 de enero de 2014

Nanas de la Cebolla

La guerra civil española acabo con multitud de vidas. Entre ellas la de Miguel Hernández que ni siquiera vio nacer a su hijo, ya que estaba en la cárcel.


La familia de Miguel vivía, al igual que muchos en esa dura posguerra, en la mas absoluta pobreza. Algo que se acrententaba aún más en ellos ya que Miguel era un preso político. En el presidio solía recibir muchas cartas de su esposa, la cual en una de éstas, le contó ante su desesperación, que estaba muy preocupada porque su hijo sólo consumía pan y cebolla.

Su esposa, Josefina Manresa

Miguel, entonces, tras dicha carta, escribió un poema, que sin el saberlo se acabaría por convertir en uno de sus escritos más característicos. Dicho poema lo titulo "Nanas de la Cebolla", dedicada a ese hijo que sólo comía pan y cebolla:
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.

Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma al oírte,
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
Miguel moriría en la carcel olvidado y triste. No sabemos que fue de aquel niño, aunque esperemos que hiciera, como le expresó su padre en este bello poema y que nunca despertase de ser niño porque a veces mas vale vivir con la alegría de los niños, sin fronteras, ni prejuicios, defendiendo la risa "pluma por pluma".

Joan Manuel Serrat-Nanas de la cebolla

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