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jueves, 10 de octubre de 2013

La superioridad moral

Es algo que se repite desde los años 30 en la Historia de España. El ver como la izquierda política pierde el poder y de repente, no se como lo hacen, tachan a su adversario, la derecha, como extrema derecha y demás barbaridades.


Eso es lo que espeto un senador socialista al Ministro de Educación en referencia al trilingüismo que quiere llevar a cabo el Gobierno Democráticamente elegido, que no se les olvide por los ciudadanos de Baleares. Eso por no hablar cuando a cada momento acusan a la derecha de ser herederos del franquismo. 
Hablando claro: estos tipos me tienen hasta los mismísimos c... (y lo que sigue) de Franco, de la República, de la guerra civil y de la madre que los parió a todos esos regímenes y conflictos. Y para colmo, algunos de sus absurdos dirigentes hablan de una supuesta superioridad moral. ¿En base a qué?
Estamos hablando de unos partidos de izquierda que han apoyado regímenes totalitarios como Cuba, Venezuela o, más lejos en el tiempo, la Unión Soviética. De partidos que ha asesinado (GAL) o negociado de forma infame (Zapatero) con terroristas, que han tenido mayorías absolutas más grandes de la que ostenta ahora mismo el PP (más de 200 diputados en 1982) y muchos de sus dirigentes y familiares han sido complices del régimen anterior, bien como alcaldes, procuradores en cortes o falangistas.
La superioridad moral no forma parte de ninguna ideología, sino de como sean las personas y su compromiso con la sociedad. Hay mucha gente manchada que siempre nos esta acogotando, me incluyo, a las personas de derecha y que desde hace mucho tiempo se dedica a dar carnet de democrata y si no piensas como ellos eres de extrema derecha. 
Y ya esta bien. Los votantes que somos de derechas hemos de ponernos firmes y no permitir que determinados tipos con una capacidad intelectual más bien escasa siempre nos acusen de cosas. Defender a España no es de ninguna ideología, es de buen español. Y ser demócrata no es de ninguna ideología, es defender la libertad de opinión de las personas, aunque no coincidas con ellas.

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