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jueves, 12 de septiembre de 2013

Clásicos Inmortales: ¿Vencedores o Vencidos?

Película basada en los famosos juicios de Nuremberg que tiene un valor tanto cinematográfico como político incalculable, pues, en cierta medida se aleja de toda posición ideológica extrema ya que estamos hablando de una obra rodada 15 años después de la Segunda Guerra Mundial y se podía ver con cierta perspectiva.


En ella podemos ver la llegada a la ciudad de Nuremberg del juez estadounidense jubilado, Dan Haywood (Spencer Tracy), para encargarse de la complicada labor de juzgar, una vez procesados los jerarcas nazis, a cuatro jueces por su complicidad en la aplicación de las políticas de esterilización y pena de muerte durante la dictadura del III Reich.
Hans Rolfe (Maximilian Schell), abogado defensor, desde el primer momento plantea que no sólo se esta juzgando a los cooperadores encausados, sino a todo el pueblo alemán, puesto que éstos sólo pretendían hacer cumplir la ley, sin ninguna consideración, anteponiendo el amor a su patria independientemente de que las leyes promulgadas les parecieran justas o injustas. Los encausados son Emil Hann (Werner Klemperer), Werner Lampe (Torben Meyer), Friedrich Hofstetter (Martin Brandt) y el prestigioso jurista Ernst Janning (Burt Lancaster), el cual colaboro de forma incomprensible con el regimen nazi. Sin embago, el fiscal Tad Lawson (Richard Widmark) ve a los acusados culpables debido a su evidente colaboracionismo con los atroces crimenes nazis, además de fomentar con leyes injustas el exaltamiento de Hitler y sus secuaces.
Muchos ven en el fiscal, un enemigo de Alemania, en cuanto pretende juzgar a personajes relevantes de su justicia, incluso antes de los nazis. Entre los que no tienen demasiada simpatía al fiscal es la Señora Bertholt (Marlene Dietrich), cuyo marido fue condenado siendo Lawson el fiscal. La Señora Bertholt traba amistad con Dan, ya que el juez se aloja durante el juicio en la casa que fue de ella y su marido, explicándole las razones por las que apoyaron un regimen, aparentemente injusto, con el que no comulgaba, pero del que ella dice, al igual que los criados, desconocian los hechos atroces de los campos de concentración.

Dan habla con la señora Bertholt

La película destaca porque en la primera parte se hace mención a las esterilizaciones por motivos "de salud" para evitar que gente incapaz tuviera descendencia. Desde el primer momento, Rolfe intenta desprestigiar tal asunto, hasta el punto de justificarlo aludiendo a juristas estadounidenses hablaban favorablemente de tal actuaciones a raíz de que gente "asocial" no procreara. Rolfe pone en cuestión al testigo de la acusación, Rudolph Petersen (Montgomery Clift), el cual fue esterilizado por ser una persona incapaz, poniendo en base que de pequeño tuvo que irse de la escuela por no poder seguir el ritmo de los demas, además de no poder realizar una frase con las palabras "Cazador, Liebre y Campo". 

Rudolph Petesen

La labor de la defensa, en cierta medida, era la de justificar las leyes nazis, a pesar de su neta injusticia, algo que se remarca con claridad cuando sale a la luz el famoso caso Feldesntein en la que se juzgo a un judío por, supuestamente, tener relaciones con una chica de raza "aria" acusado de "corrupción de la raza". 


La chica en cuestión, Irene Hoffman (Judy Garland), es convencida por el fiscal, a pesar de las reticencias de ella y su marido, ya que es evidente que esta mal visto que unos alemanes hablen mal de otros alemanes, aunque ellos hayan hecho unas atrocidades terribles. Hoffman les cuentan tal y como fue el caso, diciendo que Feldesltein, un judio, el cual le doblaba la edad, fue muy bueno con ella y la ayudo mucho a pesar de lo que se decía. El fiscal de esa parodia de juicio era un ser corrupto como Emil Hann y el juez era Ernst Janning, del que aún se mantenía un cierto respeto jurídico por lo que había una cierta esperanza porque no hubiera condena, algo que desgraciadamente no se produjo. 

Hoffman en el momento de testificar

La defensa intenta poner en evidencia a Hoffman, dando a entender que tenía relaciones con el hombre judio, poniéndola cada vez más nerviosa. Es entonces cuando Janning corta a su propio defensor, pregundandole si es necesario volver a recrear lo que fue una parodia de juicio. Janning declarara en la siguiente sesión, algo que le desaconseja Rolfe, pero el acusado no puede aguantar más y declara que es necesario que el mundo sepa lo que se produjo en esos aciagos años.

El fiscal y la defensa tienen un nuevo rifirrafe

Janning dice que Hitler fue una luz en medio de tanta corrupción derivada de una Democracia representada en la Alemania de Weimar, ya que el jefe nazi les devolvió la alegría y el orgullo de ser alemanes, a pesar de que algunos perdieron sus derechos, entre ellos los judíos como Fedesltein del que dijo que ya tenía preparada su sentencia cuando entro en la sala para supuestamente juzgarle y todos lo que estaban en el banquillo de los acusados son culpables porque de una forma u otra sabían lo que pasaba y permitieron que ocurriera.

La declaración de Janning

A pesar de que la guerra fría con los comunistas esta más viva que nunca y de las presiones por parte de sus jefes para ser un poco más blando con los acusados, Lawson le dice al tribunal que actue en función de las pruebas presentadas. Mientras, Rolfe justifica la culpabilidad de Janning en base a que otros personajes importantes como Churchill, países como la URSS o el Vaticano de una forma y otra contemporizaron con el regimen nazi.
El tribunal, con dos votos a favor y uno en contra, condena a los cuatro acusados a reclusión perpetua. Dan llama a la Señora Bertholt, aunque ésta no le coge el telefono debido al disgusto ocasionado por la sentencia. Los jueces, aún reconociendo muy habil la defensa de Rolfe, consideran que las actuaciones o palabras de otros no justifican los actos realizados por los acusados.


El propio Janning pide hablar con Dan, el cual se va ese mismo día, agradeciendole su labor, aunque dándole a entender que no pensaban que los nazis llegarían a tanto. Dan le dice que llegaron a tanto cuando condenaron a un inocente. Dan abandona la celda después de esa contestación lapidaría que justifica todo un film: todos somos responsables de nuestros hechos y nuestros valores deben ser los mismos independientemente de los cambios que se producen en nuestro entorno. Janning que era un jurista prestigioso, uno de los configuradores del Estado de Weimar, se dejo corromper por un Estado liderado por unos criminales que llevaron a la muerte a millones de personas, tanto en campos de concentración como en acciones bélicas.

Ficha

Dirección
Stanley Kramer
Dirección artística
George Milo
Producción
Stanley Kramer
Philip Langner
Diseño de producción
Rudolph Sternad
Guión
Abby Mann
Música
Ernest Gold
Sonido
Walter Elliot
Fotografía
Ernest Laszlo
Montaje
Frederic Knudtson
Vestuario
Joe King

Otros datos

País
Estados Unidos
Año
1961
Género
Drama
Duración
178’

Protagonistas

Actor
Personaje
Spencer Tracy
Juez Dan Haywood
Burt Lancaster
Ernst Janning
Richard Widmarck
Coronel Tad Lawson
Marlene Dietrich
Señora Bertholt
Maximilian Schell
Hans Rolfe
Judy Garland
Señora Irene Hoffman Wallner
Montgomery Clift
Rudolph Petersen
Ed Binns
Senador Burkette
Werner Klemperer
Emil Hahn
Torben Meyer
Werner Lampe
Martin Brandt
Friedrich Hofstetter
William Shatner
Capitán Harrison Byers
Kenneth MacKenna
Juez Keneth Norris

Premios
Oscar

Categoría
Persona
Oscar al Mejor Actor Principal
Maximilian Schell
Oscar a la Mejor Guión Adaptado
Abby Mann
 

David di Donatello

Categoría
Persona
David di Donatello al Mejor Actor Extranjero
Spencer Tracy
David di Donatello al Mejor Productor Extranjero
Stanley Kramer

La defensa o la culpa del mundo


Veredicto  


¿Cómo se llegó a eso?

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