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lunes, 27 de mayo de 2013

¿Dónde vas, triste de ti?

Alfonso estaba meditabundo. Llevaba varios días sin dormir bien. Y no eran precisamente las cuestiones de Estado la que le quitaban el sueño. Apenas había ojeado los papeles que le había dejado Cánovas para que los firmara. 
-¿Se encuentra bien Majestad? -Le pregunto el político.
-Bien Cánovas, sólo estoy un poco cansado -Respondió Alfonso.
-Debería comer y dormir más - le respondió Cánovas.
Y es que apenas había pasado un mes. Un mes que al le parecía una eternidad. Toda una vida. Se levanto del asiento y se detuvo frente al retrato de ella. Estaba tan Maravillosa como siempre. Sólo verla le hacía morir de amor, primero, y de tristeza, por último, tras la amarga perdida. Parecía que había pasado un mundo desde que la había visto por primera vez. Parecía un ángel salido del cielo, un ángel al que el debía proteger y querer más que a su propia vida. Ni la oposición de su madre le hubieran hecho cambiar de idea. El quería a Mercedes, estar en su presencia, oler su perfume, oír de su boca su melodiosa voz.

 
La vuelta a España no hizo más que acelerar todo. Mercedes no sólo sería la Reina de España, sino la de su corazón. El día en que se casaron fue el más feliz de su vida. Que maravillosa estaba vestida de novia. La novia más bonita de España, se decía el. Los ojos de un enamorado, contemplando a su ya maravillosa esposa.
Sólo un mes había pasado. Un mes desde la tragedia. Un mes desde su muerte. ¿Es que no me puedo recuperar? ¿Es que no podre casarme con otra mujer? "Pero es que era tan bella y tan maravillosa" se decía él.



Cánovas, que estaba recogiendo sus cosas, le recomendo que saliera a la plaza que eso le ayudaría a despejarse. "No puede estar encerrado en Palacio todo el día" le dijo. Y así.
Mientras paseaba por la plaza, el meditabundo Rey de España, Alfonso XII, oyó a unos niños que cantaban:

De los árboles frutales
me gusta el melocotón
Y de los reyes de España
Alfonsito de Borbón

¿Dónde vas, Alfonso XII,
dónde vas triste de tí?
Voy en busca de Mercedes
que ayer tarde*1 no la ví.

¿Dónde vas, Alfonso XII,
dónde vas triste de tí?
Voy a buscar de Mercedes
que ayer tarde no la ví.

Si Mercedes ya está muerta
muerta está, que yo la ví,
cuatro duques la llevaban
por las calles de Madrid.

Su carita era de rosa,
sus manitas de marfil,
y el velo que la cubría
era un rico carmesí,

los zapatos que llevaba
eran de rico charol,
regalados por Alfonso
el día que se casó.

Los faroles del palacio
no nos quieren alumbrar,
porque se ha muerto Mercedes
y luto quieren guardar.

Llora, llora Alfonso XII
y no dejes de llorar,
que reina como Mercedes,
no volvieras a casar.

Nunca una copla había definido tan bien el pesar de una persona. La tristeza de un Rey que había perdido al Amor más grande de su vida.

Alfonso XII y María de las Mercedes

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