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jueves, 10 de diciembre de 2020

La salvación está en los más pequeños

La viruela estaba causando estragos en el Imperio Español a finales del Siglo XVIII. Fue en 1796 cuando médico rural inglés, Edward Jenner, observó que las ordeñadoras de vacas adquirían ocasionalmente una especie de viruela vacuna (la que es conocida como virus de la viruela bovina)  por el contacto habitual con dichos animales, y que era una variante leve de la viruela "humana", contra la que las mujeres quedaban inmunizadas. Para comprobar su efecto extrajó el líquido de las pústulas de la ubre de una vaca enferma para inoculárselo a un niño de 8 años, mostrando pequeños sintomas, pero no murió. Inoculó el suero a otros niños que respondieron sorprendentemente bien, quedando inmunizados contra la viruela humana. Dicha "infección" además podía transmitirse de una persona a otra, por lo que el receptor desarrollaba pústulas y el líquido, el cual se acumulaba, podía extraerse y emplearse para administrar nuevas dosis. Acababan de nacer las vacunas y Jenner pasó a la historia como el padre de la inmunología.


Lo difícil era mantener la vacuna en buen estado. Actualmente existen cámaras de refrigeración, pero en aquellos años, para lograr que se conservara hasta 10 días, se  empapaba algodón en rama con el fluido, era situado entre dos placas de vidrio y se sellaba con cera. Eso se hacía en Europa, pero para llegar a América donde se hallaba una buena parte del territorio perteneciente al Imperio Español era imposible.
Precisamente, el Rey Carlos IV, el cual había perdido de viruela a una de sus hijas, María Teresa, con tan solo tres años, quería llevar la vacuna a todo el territorio. La vacuna precisamente había llegado en 1800 a Puigcerdá, de la mano del doctor Francisco Piguillem i Verdacer. Francisco Javier de Balmis, natural de Alicante y médico de corte, el cual tradujó al español el libro del francés Jacques-Louis Moreau de la Sarthe, en el que se explicaba con todo detalle el proceso de vacunación.
En 1803, Carlos IV, aconsejado por Balmis, mandó organizar una expedición para extender la vacuna a todos los dominios de Ultramar del Imperio Español (América y Filipinas). La intención no era simplemente vacunar a la población local (que también), sino establecer juntas de vacunación en las diferentes ciudades que garantizasen la conservación del fluido y la vacunación a las generaciones futuras. 


Francisco Javier Balmis

El problema esencial era cómo conseguir que la vacuna resistiese todo el trayecto en perfecto estado. La solución se le ocurrió a Balmis, al cual se le había encargado tal misión. La vacuna iría dentro de un grupo de personas no vacunadas. A dos de ellas se les inocularía el virus y se los separaría del resto. Hacia el final del proceso se les extraería líquido de sus pústulas, destinado a las siguientes dos personas, y así sucesivamente hasta llegar a Sudamérica. Allí es donde entra Isabel Zendal. 
Isabel natural de Galicia (concretamente de Órdenes en la Coruña) era rectora del Orfanato de la Caridad de La Coruña, una casa de niños expositos a los que se inocularia la vacuna para que ésta se conservara en buen estado. El 30 de Noviembre de 1803 la corbeta María Pita (nombre muy significativo de la historia de España) zarpó con 37 personas desde el puerto de La Coruña la expedición que llevaría la vacuna de la viruela a América, siendo dirigida por Balmis e Isabel como cuidadora/enfermera de los 22 niños que llevaron la vacuna (6 niños de la Casa de Desamparados de Madrid, 11 del Orfanato de la Caridad de La Coruña y 5 de Santiago). La vacuna era transmitida de uno a otro cada 10 días aproximadamente. 
La ruta fue la siguiente: La primera parada fue en Santa Cruz de Tenerife en las Islas Camarias, donde pasaron un mes vacunando, saliendo el 6 de Enero de 1804 y llegando a Puerto Rico el 9 de Febrero de 1804. El 7 de Febrero de 1805 la expedición partió de Acapulco rumbo a Filipinas a bordo de la fragata Magallanes con un grupo de 26 niños y llegaron a Manila el 15 de Abril de 1805. El 14 de Agosto de 1809 regresaron a Acapulco. Isabel permaneció en Puebla, Méjico, con su hijo (que era uno de los niños que llevaron la vacuna) y ya no volvieron a España. 
 

Se calcula que se vacunaron directamente a unas 250.000 personas. Por como es la historia y la grandeza de cómo se hizo, la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna también conocida como Expedición Balmis se considera la primera expedicion con fines sanitarios de la historia. Especial reconocimiento merece doña Isabel Zendal, la cual es reconocida por la OMS como la primera enfermera de la historia en misión internacional, cuidando a los niños con gran afecto. 
El reconocimiento de Balmis: 
"La mísera Rectora que con el excesivo trabajo y rigor de los diferentes climas que hemos recorrido, perdió enteramente su salud, infatigable noche y dia ha derramado todas las ternuras de la más sensible Madre sobre los 26 angelitos que tiene a su cuidado, del mismo modo que lo hizo desde la Coruña y en todos los viajes y los ha asistido enteramente en sus continuadas enfermedades"

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