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lunes, 18 de mayo de 2020

El patito feo que se convirtió en cisne

Para Hans Christian Andersen no fue fácil. No era un niño precisamente guapo y sus compañeros continuamente se reían de él e incluso sus propios profesores se burlaban de Hans, el cual, siendo de un linaje extremadamente humilde, fantaseaba con que era hijo de un Gran Señor. 


Más de una vez el pobre Hans y su familia tuvieron que mendigar o dormir debajo de un puente. Para colmo Hans era muy enfermizo, algo que le lastró durante su vida adulta. 


Muchos de sus cuentos tienen que ver con su vida, tanto en el ambiente pobre en el que se crió ("La Pequeña Cerillera" está dedicada a su madre), su alcoholismo ("No Sirve  para Nada") o incluso sus desengaños amorosos, pero aquel patito feo que se convirtió en cisne, era su preferido.


No hay nada más cruel para un niño que otro niño y la autoestima de Hans se vio influida por las burlas, algunas crueles, de sus propios compañeros de clase. La vida de Andersen mejoró ostensiblemente y lo tenemos entre los grandes narradores y creadores de historias y cuentos. Hans Christian Andersen pasó de ser ese patito feo que nadie quería al cisne que alcanzó la Inmortalidad.

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