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viernes, 7 de febrero de 2020

Frágil (crítica de Silvia Estivill)

Cada segundo que aparece en pantalla es un estudio de talento filmatográfico y es que Oscar Villarroya sigue demostrando con su último corto, que no hace falta mucho metraje para calar muy hondo en el espectador. 


Solo 4’52 minutos son suficientes para plasmar: la desesperación, el desasosiego y la impotencia del gélido clima que envuelve “Frágil” y sus dos personajes enlazados por el amor y separados por la tragedia y el tiempo. 
El arranque del corto es casi ejemplar. Los intereses cruzados tanto de los protagonistas como del director aparecen en pantalla sobre la arena: el reloj, la vela, el bolso, todo oxidado por el tiempo...todos los simbolismos del juego, con las que un gran maestro coloca sus piezas, para desgranarnos una partida final. Y Una partida perdida desde hacía años ante la pérdida de la persona amada. 


Y es que la muerte es solo la solución inevitable del sufrimiento, del no poder más, de la incomodidad del sin sentido para tanto dolor. Pero todo ese desasosiego, ese credo sobre la pérdida, se incrementa paulatinamente sin darnos tregua, bajo la narración de un maestro como Miguel Rellán, segundo protagonista de la historia. Representando a las personas impotentes que quedan después de una tragedia, incapaces que seguir viviendo ante la pérdida, condenados a una muerte en vida. 


La narración va contándonos sin tapujos la soledad de envejecer sin la persona amada y la necesidad de reencontrarse con ella al final de una existencia sin sentido. Y al terminar esa vida, que ha transcurrido en vano, a través del tiempo, nuestra mente regresa, como nunca se ha ido, al recuerdo, acercándonos poco a poco al destino inevitable.


Finalmente pendientes de las últimas palabras, la escena se llena de austeridad y silencio que permite al espectador concentrarse en lo que transmite, lo que importa, tan solemne como la propia muerte. Pero Villarroya, no nos deja respirar y adereza ese silencio eterno con la última escena del mar en calma, callado y sereno desgarrándonos definitivamente. Un corto que personalmente me ha encantado y contra más lo pienso más me gusta. 
LO MEJOR: Lo cuidada y detallada producción en la que se nota el buen hacer y el cariño puesto de todo el equipo. Unos casi 5 minutos nunca fueron tan cortos. La voz en off que envuelve todo el relato con la maestría de un gran Miguel Rellán. La música al igual que el silencio que se torna el tercer protagonista de la trama. 
LO PEOR: La sensación de desasosiego que te crea y el mal rato al analizar el metraje. Unos casi 5 minutos nunca fueron tan cortos. Saber que en 5 min te ha llegado más una historia que muchas producciones consagradas de 3 horas y media. 

Sílvia Estivill.

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