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miércoles, 30 de octubre de 2019

"Franco, salvador de la República"

La historia fue así (y si a alguno le molesta, que se aguante): desde sectores izquierdistas y antimonarquicos se celebró con notorio jolgorio el advenimiento de la Segunda República. Todo parecía irles bien a la izquierda, no sólo por las elecciones ganadas (las de 1931), que le llevó a realizar diferentes reformas dentro del mundo agrario como militar, sino por un laicismo radical que permitió de forma sistemática la quema de Iglesias y conventos, así como el saqueo de obras de arte religiosas. Sólo dos asuntos destruyeron el Gobierno liderado por Azaña: los sucesos de Casas Viejas y la oposición de muchos izquierdistas al voto de la mujer porque consideraban que si las mujeres votaban, los partidos de la derecha, saldrían beneficiados. Conclusión: ganó el partido de la derecha, la CEDA, pero un traidor llamado Niceto Alcalá-Zamora (que dimitió de Jefe del Gobierno provisional por que el nuevo Estado se había proclamado como laíco, aunque no dudo en aceptar la oferta de Azaña de ser Presidente de la República) no encargó a Gil-Robles, lider de la mencionada CEDA, la formación de Gobierno por su dudosa lealtad a la República (con amenazas incluídas de partidos de la izquierda, que, con diversas manifestaciones, no aceptaron el resultado electoral), prefiriendo confiar en Alejandro Lerroux, del Partido Republicano Radical, literalmente un tramposo, que era un antiguo izquierdista ferviente antimonárquico, el cual habia evolucionado por interes hacia posiciones moderadas muy cercanas a la derecha. La condición para la formación de Gobierno era que miembros de la CEDA no formasen parte del Gobierno de Lerroux, recibiendo su apoyo desde fuera, algo que posibilitó la anulación de reformas propiciadas por la izquierda.


Desgraciadamente, desde la oposición ejercida por el PSOE, no se tuvo en cuenta la opinión de lideres moderados como Julián Besteiro o Indalecio Prieto (aunque éste último tuvo lo suyo), destacando sobremanera la labor de Francisco Largo Caballero, que de caballero sólo tenía el apellido, enardeciendo a las masas, haciendo proclamas en favor de la Unión Soviética y hacía la guerra civil declarada contra la derecha, algo que se haría más patente en 1936 cuando aún gobernaba la derecha ("Quiero decirles a las derechas que si triunfamos colaboraremos con nuestros aliados; pero si triunfan las derechas nuestra labor habrá de ser doble, colaborar con nuestros aliados dentro de la legalidad, pero tendremos que ir a la Guerra Civil declarada. Que no digan que nosotros decimos las cosas por decirlas, que nosotros lo realizamos" declaraciones del 20 de Enero de 1936).
Para colmo el 26 de Septiembre de 1934 se anunció la formación de un nuevo ejecutivo de Lerroux al que se incorporaron tres miembros de la CEDA, al que se asociaba con el fascismo, cuando no era más que un partido de corte antirepublicano marcadamente monárquico. La izquierda unida a la extrema izquierda y el anarquismo reaccionó. La UGT, los comunistas y los nacionalistas catalanes convocaron una insurrección (a la que ellos pretendieron revestir de simples manifestaciones, llamandola "huelga general revolucionaria") que se materializó en diversas zonas del país como Cataluña (donde Companys proclamó el estado catalán), el País Vasco y, muy fuertemente en Asturias, donde se unieron los anarquistas de la CNT. En casí toda España fue sofocada con relativa facilidad, algo que no ocurrió en Asturias. Los mineros asaltaron la fábrica de armas de Trubia, ocupando los edificios públicos (excepto la guarnición de Oviedo y la comandancia de la Guardia Civil de Sama), deteniendo a la columna del General Milans del Bosch, que acudió desde León, cometiendose asesinatos generalmente de Sacerdotes y guardias civiles, quemando Iglesias, violando a monjas y saqueando edificios oficiales. Estos eran los que presumían de repúblicanos y democratas: los que nunca aceptaron que hubiese un Gobierno de derechas. El objetivo, según los republicanos que se mantenían leales, sería hacer caer la República para montar un sistema comunista a las ordenes de la URSS (de hecho, desde el comunismo y una parte del socialismo cada vez más marxista se rechazaba la bandera tricolor porque, según ellos, era símbolo de una "República burguesa" que no les representaba). Con todo eso, ahí es donde entra Francisco Franco.

Alcala-Zamora y Franco

Franco, que era General desde el año 1926 (el más joven de Europa en aquella época) ya tenía experiencia en reprimir una revuelta en el Rif y se había convertido en el militar más valorado por los sectores de la derecha al haber estado alejado del anterior Gobierno de izquierdas (Franco nunca le perdonó a Azaña el cierre de la Academia Militar de Zaragoza de la que él era su director), por lo que que no se le identificó como afecto a la República, aunque entre sus compañeros militares no estaba precisamente bien visto, dado que se había literalmente matenido al margen de cualquier conspiración o declaración contra el nuevo sistema.

Lerroux

Tras la formación del Gobierno de Lerroux, se vio privilegiado por el Ministro de la Guerra, Diego Hidalgo, quien lo propuso para el ascenso a General de División. En Septiembre se encontraba, invitado por el propio Hidalgo en las maniobras que se estaban realizando en la provincia de León cuando el 4 de Octubre estalló la insurrección/golpe de Estado. Hidalgo requirió a Franco para que coordinase las operaciones. La respuesta de Franco fue brutal. Hizo venir a la Legión y a los Regulares de África (una fuerza de hasta 18.000 soldados, dirigidas por el Coronel Yagüe), que se integraron con otras unidades de León, Galicia y Santander bajo el mando supremo del General López Ochoa, un reconocido masón, el cual era firme defensor de la causa republicana. La represión contra los insurrectos fue tremenda (sin cuartel) frente a aquellos que habían puesto en jaque la República. Ya se vería durante la guerra: las tropas extranjeras se dedicaron al pillaje y a la destrucción tan brutalmente que muchos mineros sublevados desearían no haberse ni siquiera planteado la insurrección.

Oviedo arrasada

Entre dicha insurrección y su posterior represión hubo más de 1.500 muertes, abriendo una brecha insalvable entre derecha e izquierda. Los muertos de uno frente a los del otro, alimentandose el rencor por parte de ambos bandos. Ni que decir que los izquierdistas tacharon a Franco de carnicero precisamente por defender paradojicamente (dado lo ocurrido después) la legalidad repúblicana (aún hoy, algunos lo hacen como si destrozar Asturias o asesinar Sacerdotes fuera algo licito). De hecho, desde algunos sectores de la prensa se comenzó a alabar a Franco como el "salvador de la República".

Guardias Civiles con armas requisadas a los revolucionarios

Lo cierto es que lo que hizo caer al Gobierno de Lerroux fueron los casos de corrupción y los hechos de Asturias se consideran por parte de muchos como el antecedente inmediato a la guerra civil, la cual estalló dos años después, tras unas elecciones "ganadas" de aquella manera por el Frente Popular (que indultó a los golpistas asturianos y catalanes), aparte del asesinato de uno de los jefes de la oposición, José Calvo Sotelo (que hizo que Franco se uniera definitivamente a los golpistas) por parte de la escolta de Indalecio Prieto y al otro (Gil-Robles) no lo pillaron porque estaba en Biarritz, unido a unos desordenes públicos que día sí y día también acababan con riñas, peleas y asesinatos. Desde aquella revolución en Asturias, la entonces debil República, la que Franco había salvado, estaba muerta.

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