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sábado, 11 de mayo de 2019

El árbol de Casandra

En la zona de la presa de las niñas en la zona central de la Gran Canaria, existe un árbol que se ha dado en llamar árbol de Casandra (el cual dicen algunos que es un árbol maldito) donde se cuenta dos versiones terribles de una misma leyenda. A pesar de sus diferencias, ambas tienen un nexo común: la brujería y el pacto con el diablo. 
Leyenda primera
Dicen que había una joven de unos 15 años enamorada de un chico de su misma edad llamado Ivan. Todos conocían su idílica relación, que no dejaba de ser una relación propia de unos adolescentes, viéndose todos los días en el mencionado árbol: era una relación sin más, pero la naturalidad no era propio de otras épocas.
Practicamente todos en la localidad no veía la relación con buenos ojos. La tachaban de insana. Muchos incluso decían que había habido algo más entre los dos jóvenes y muy pronto la familia se vio señalada. Aturdido y enojado (más lo segundo que lo primero), el padre de Casandra decidió acabar drásticamente con aquella situación pues tal deshonor familiar exigía la muerte del amado. Se dice, se cuenta, que Iván abandonó este mundo a manos del propio padre de la joven.
Desolada y al mismo tiempo resentida contra su padre (a partes iguales), Casandra decidió vengarse de su padre pactando con el diablo, pero su descuido, la condenó. Sus deseos de venganza fueron descubiertos y ante tal pacto con el maligno, Casandra fue acusada de bruja y quemada bajo el mismo árbol que fue testigo del amor de ella e Iván.
Dicen los lugareños (especialmente los más viejos) que aún hoy día, de vez en cuando, se escuchan los gritos de una joven y que junto al árbol es posible escuchar cadenas que se arrastran, que no son otra cosa que el Alma en pena de Cassandra. 
Leyenda segunda
Casandra e Iván tuvieron dos hijos mellizos. Dicen que Casandra era muy insegura, por lo que comenzó a dudar del amor de Iván cuando ésta envejeciera y ella perdiera su belleza. Es por eso que invocó al diablo para pedirle belleza eterna, pero éste, sibilino y cruel como siempre, le dijo que le concedería tal cosa a cambio de la vida de sus hijos.
Casandra no lo dudó y marchó hacia el árbol testigo de su amor con los dos niños en brazos, pero entonces apareció Iván. Enloquecido, el amante de Casandra y padre de aquellas dos criaturas se abalanzó sobre la chica, la ató al árbol, quemandola viva. Los niños se salvaron pero el Alma de Casandra quedó para siempre atado a aquel árbol, gritando por el dolor del fuego, arrepintiéndose de haber querido acabar con sus propios hijos.
En aquel árbol que pasó a la historia como el árbol de Casandra, aún aparece a veces un corazón tallado en su corteza con los nombres de Casandra e Iván inscritos. Signos de una terrible tragedia.

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