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domingo, 8 de julio de 2018

¡¡¡Cuidado con Ed!!!

Una desaparición les puso sobre la pista. Una dependiente de una ferretería había desaparecido y todas las pesquisas llevaban a un tal Ed Gein, el cual solía pasar mucho por la zona. Lo que se encontraron fue algo indescriptible (y vomitivo): aparte del cuerpo desnudo de la desaparecida, que estaba decapitada, abierto por el torno y colgada de los tobillos, encontraron diez calaveras a las que les había quitado la parte superior para servir de tazones y ceniceros, pantallas de lámparas y asientos realizados con piel humana, platos de sopa hechos con calaveras e incluso órganos en congeladores. La escena era dantesca (cuanto menos). 


Ed fue interrogado. Dijo que abría las tumbas de mujeres fallecidas recientemente, robaba los cuerpos, y los llevaba en su camioneta a su casa donde curtía las pieles para hacer sus macabras posesiones. Lo que sí negó es que cometiera canibalismo y negó haber tenido relaciones sexuales con las muertas ("olían muy mal" llegó a declarar).
La vida de Ed no había sido fácil y todo deriva de su infancia. Su padre era alcohólico y poco afectivo, mientras su madre Augusta, tenía fuertes ideales religiosos que la llevaron a despreciar a los hombres y considerar a las mujeres como la fuente del pecado. Debido a eso, su hermano y él tuvieron una enseñanza estricta hasta el punto de volverse muy asociales y completamente dependientes de la madre. 


Su padre falleció a los 66 años, por lo que los hermanos Gein trabajaron muy pronto para contribuir a la economía familiar. A diferencia de Ed, su hermano comenzó a desafiar los ideales religiosos de su madre y terminó falleciendo en un incendio por causas extrañas.  


Poco después, la madre sufrió un paro cardíaco, que le dejó en cama durante los siguientes doce meses, finalizando su vida y dejando completamente solo a Ed. Puede que ahí la querencia por las tumbas y las muertas de Ed. 
Fue declarado enfermo mental, pasando el resto de sus días en una institución psiquiátrica. Se dice que su madre se esforzaba en impedir cualquier influencia ajena a la suya propia sobre sus dos hijos, muy especialmente femenina, por lo que pudo influir en su trastorno. 


Estos macabros crímenes inspiraron a Robert Bloch para su personaje de Norman Bates en su novela "Psicosis", que sería publicada en 1959 y un año después el gran Hitchcock llevaría al cine.

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