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sábado, 21 de abril de 2018

La Honra y la Fuerza de la Sangre

Entre todas las Novelas Ejemplares de Cervantes, la que levantaría más polémica no sólo hoy, sino en su tiempo (al menos en parte), es desde mi punto de vista la Fuerza de la Sangre. Cierto es que todas estas obras son hijas de su tiempo y reflejan el pensamiento de la época (en la Gitanilla se nos dice que los gitanos son ladrones desde que nacen hasta que mueren), pero es que la novela ejemplar a la que me refiero empieza con una violación.


Efectivamente, un hombre de buena posición, Rodolfo, queda prendado de la belleza de una joven llamada Leocadia y, ante el posible rechazo de ella, la rapta (con ayuda de unos amigos) y, tras taparle los ojos, la viola cuando ella está insonsciente y, tras volver en si, incluso ella le dice que la deje y le promete que no contará nada. Fruto de ese acto (del cual don Miguel nos hace un relato de forma explicita) dará a luz un niño, Luis, al que para librar de la deshonra de la violación, los padres de ella (abuelos en realidad) lo trataron como su sobrino.


Un día, el niño tiene un accidente que lo precipitara todo. Fruto de un coche con un caballo en plena carrera, el niño sufre un traumatismo, que la abre una gran brecha. Cuenta Cervantes que un hombre rico, que había visto todo, corrió a socorrerlo, diciéndole a las criados que lo atendieran. Evidentemente, era el padre del padre (por lo tanto el abuelo paterno) y nos dice don Miguel que el viejo sintió como si algo, una fuerza irresistible, lo llamara a socorrer a ese niño. Cervantes le dio un nombre: la Fuerza de la Sangre.


Al final se supo todo e incluso tanto Rodolfo (que había ido a Italia) como Leocadia acaban juntos, casándose (para salvaguardar la honra de las dos familias), felices y con descendencia, lo cual como ya comente resulta llamativo, teniendo en cuenta como empieza el relato. Por otro lado, desde un punto de vista sociológico de la época, refleja que lo IMPORTANTE era el Honor de las mujeres tanto en cuerpo como en Alma y aquel que la poseyera, debía asumir las consecuencias y casarse con ella.

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