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sábado, 17 de marzo de 2018

Un Amor llamado Giulietta

Todos los que hemos tenido la fortuna de haber visto alguna de sus películas, la amamos al instante. Esa actriz capaz de interpretar personajes trágicos con una sonrisa en la boca, siempre llena de melancolía; a la que querías abrazar, consolar, ...y sin embargo con una fuerte determinación que la hacía superar las adversidades. Giulietta Masina, nuestra querida Giulietta...


Giulietta tuvo muchos admiradores en eso del cine, pero uno sólo fue su Amor y ese no fue otro que Federico Fellini, que la convirtió en su musa, su fuente de inspiración, no sólo en el cine, sino en su vida diaria. Se casaron en 1943 y en 1945 tendrían a su hijo Pier federico, que desgraciadamente falleció sólo un mes después, de insuficiencia respiratoria. Fue el único hijo que tuvo la pareja. La tragedia, la tragedia, ...


Su primera incursión en el cine se produjo en 1946 como extra en la película "Camarada" ("Paisà") de Roberto Rossellini,  pero su primer trabajo como tal fue en 1947 en la película "Sin Piedad", de Alberto Lattuada y junto a Carla del Poggio. Su papel, de chica de buen corazón y aspecto risueño se repetirá durante casi toda su vida actoral y su propio marido sabría sacarle partido. 

El director y su musa

Obras como "La Strada" (en la que tendrá que vagar con un personaje violento llamado Zampanò interpretado por Anthony Quinn), "Las Noches de Cabiria" (su papel más importante donde hace de una prostituta bondadosa e ingenua que busca el amor pero la realidad es que se encuentra con desengaños amorosos) y "Giulietta de los Espíritus". En todas ellas nos enamoramos de Giulietta. 


Reconocimientos y nominaciones a premios le llegaron y junto a ella siempre estaba su marido, que la acompañó cuando le diagnosticaron un cáncer. No sólo trabajo en cine. De 1966 a 1969 fue, con gran éxito en Italia, presentadora de un programa radiofónico titulado "Cartas a Giuletta Masina", en el que los propios radioyentes escribían a la actriz. Una manera de declararle su admiración a ese Amor llamado Giulietta.


Su marido murió en 1993 y Giulietta, abatida y entristecida, muy enferma, no quiso salir de la cama hasta que fue el funeral de su marido. Allí la vieron; parecía otra. El dolor lo llevaba con ella. Su sonrisa se había apagado. Sólo le sobrevivió cinco meses. Giulietta se había ido; su vitalidad, su alegría, su sonrisa (a pesar de todo) nos había quedado. Giulietta, Giulietta... ¡Cuánto te queremos!

Tributo 


Entrevista a Giulietta

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