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jueves, 8 de febrero de 2018

Y llegó el sulfato atómico

Sería en 1969 cuando saldría la primera historia larga de los agentes especiales más catastróficos del mundo. Efectivamente; en 1969 Francisco Ibáñez publicaría el sulfató atómico, que inicialmente sería publicada por la desaparecida revista Gran Pulgarcito durante varios días y en la que los dos agentes pasarían de su clásica Agencia de Información a una parodia de la CIA (TIA) y nos presentarían a dos nuevos personajes, el Super y el Profesor Bacterio.


La historia, tanto el humor como la forma de dibujo y la estructura está muy basada en la escuela franco-belga que tanto admiraba Ibáñez, por lo que puede ser menos alocada que las historias muy posteriores a ésta. 


El sulfato atómico es una loción que cuando fue inventada por el Profesor Bacterio, tenía como objetivo eliminar las plagas del campo, pero tiene el el efecto contrario: agranda a los animales, por lo que representa un grave peligro. Lo peor de la situación es que uno de los frascos ha sido robado por agentes de la república de Tiranía donde gobierna el dictador Bruteztrausen, el cual pretende dominar el mundo. La misión de dos agentes es ir a Tiranía y recuperar el frasco.
Lo que resulta llamativo es que, dado la época en que salió (1969: plena dictadura franquista), se hicieran referencias a una dictadura donde vemos a una sociedad supermilitarizada (toda la población lleva armas) y con un lenguaje que en muchos aspectos recuerda a Alemania. 


Esta historieta es valorada como una de las mejores de Mortadelo y Filemón, con un estilo como ya comente distinto que buscaba el humor, pero de una forma distinta, uniéndolo a la aventura y al realismo (ejemplo: los efectos de los golpes como los chichones) duran más que en otras historias largas. Estamos, sin lugar a dudas, ante una de las mejores aventuras de nuestros agentes especiales favoritos. 

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