"Todas las familias dichosas se parecen, y las desgraciadas lo son cada una a su manera"
La verdad es que esta simple frase inicial de Tolstoi nada más iniciarse la que sería una de sus obras más importantes (junto a "Guerra y Paz") dejaba a las claras que estamos ante una obra tan trágica como romántica. Los días pasados he leído por primera vez "Ana Karenina" y me he quedado casi absorto, como poseído por un espíritu que todo lo puede. Indudablemente estamos ante una de las novelas más hermosas que se hallan escrito, impresionándome lo maravilloso contenido en este libro dirigido a todos y muy especialmente a las mujeres.
La historia del romance comienza en un tren. En él viajan Ana Arkadievna Karenina, esposa de Alekséi Aleksándrovich Karenin, un alto funcionario del Gobierno, y el Oficial Conde Alekséi Kiríllovich Vronski (el cual está prometido con "Kitty" que paradojicamente es hermana de la cuñada de Ana).
Todo se entrelaza entre familias de alta posición con un adulterio en medio, el de Ana que se enamora de Vronski y como tienen lugar las diferentes relaciones entre los personajes que pasan del olvido al Amor o al desprecio, teniendo como común denominador las relaciones de pareja en una época confusa tanto a nivel histórico como político y religioso. La idea de Dios fluctúa por toda la novela, algo que trae de cabeza a Konstantín Dmítrievich Lyovin, que acabara encontrando la dicha junto a "Kitty", la mujer que rechazó Vronsky y de la que Lyovin siempre ha estado enamorado.
Ni que decir que la tragedia llega ha su punto culminante en una historia que es una lección magistral de vida de un Tolstoi al que en su momento muchos críticos calificaron su obra con cierto aire despreciatvo como un "romance de alta sociedad". Entonces Fiódor Dostoyevski, otro de los grandes de la literatura rusa, se puso en pie para declarar que "Ana Karenina" era una obra de arte. ¿Y saben qué? El autor de "Los Hermanos Karamazov" y "Crimen y Castigo" (entre muchas otras) tenía razón. Ana Karenina es una obra de arte que debe ser leída para admirar su trágica belleza. Y es que tngo que confesarles que yo cada día que pasaba, deseaba consolar a aquella mujer que había seguido el dictado de su corazón; cada día que pasaba me enamoraba aún más de Ana Karenina.
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