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martes, 25 de julio de 2017

El eterno Ipiña

Era un partido complicado. A España venía a disputar unos amistosos un equipo temible como el San Lorenzo de Almagro al que llamaban el ciclón del Boedo. Casi todos los encuentros acabaron con goleadas inapelables (incluido un 6-1 a la Selección Española y un 4-1 al Atlético Aviación). A todas está le tocaba jugar con el Real Madrid. Pues resulta que no se esperaban encontrar a un jugador tan brioso en el centro del campo, el cual no les dejó hacer nada. Era tan fajador que incluso un choque hizo que se le abriese una ceja y tuviese que salir del terreno de juego. Aún en los vestuarios, insistió encarecidamente en volver al campo y no dejar a su equipo con 10 (No existían las sustituciones). Volvió para seguir demostrando su clase y capacidad tanto defensiva como ofensiva. El equipo blanco ganó 4-1 y aquel bravo jugador salió a hombros del terreno de juego. Éste era ni más, ni menos que su capitán Juan Antonio Ipiña. 

 
 
Nacido Vízcaya, paradojicamente se crió futbolisticamente en la Real Sociedad antes de recalar en el Athletic de Madrid en 1935 donde vivió un trágico descenso y aún más terrible parón debido a la guerra civil. Tras la guerra iría al eterno rival de los colchoneros, el Real Madrid donde sería el eterno centrocampista capaz de frenar los ataques rivales, apoyando a los defensas e iniciando las jugadas de ataque. 


Ipiña fue el capitán de la posguerra del Real Madrid y como tal vivió penurias especialmente por la falta de títulos. Sólo levantó dos Copas (con gran orgullo ¡Eso sí!) cuando ya era uno de los miembros de la plantilla más admirado por parte de todos los aficionados. Su capacidad de sacrificio y lucha, le hacían valedor de cualquier elogio por parte de la afición. Juan Antonio Ipiña sería el primer jugador madridista que saltaría como capitán al Nuevo Chamartín (posterior estadio Santiago Bernabéu) contra el Os Belenenses de Portugal en el año 1947. 


Todavía ese año tuvieron que salvarse de jugar la promoción por descender, cosa que consiguieron. Su retirada en 1949 fue un acontecimiento trágico para una afición que veía a aquel vizcaíno, natural de un pequeño pueblo llamado Ortuella, a su referente en el campo. 


Luego llegarían años de entrenador y su gran labor como Secretario Técnico en el glorioso Real Madrid de las cinco Copas de Europa comandado por los Di Stéfano, Gento y compañia. Don Juan Antonio Ipiña seguía siendo un referente también fuera de los terrenos de juego. El eterno capitán.

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