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miércoles, 7 de junio de 2017

Clásicos Inmortales: Rashōmon

Basado en dos cuentos escritos por Ryūnosuke Akutagawa, esta película abrió el cine japones al mundo. Una maravilla del séptimo arte de la mano  de quizás el más grande cineasta del país del Sol Naciente: Akira Kurosawa.


Nos encontramos en el Japón del Siglo XII. Bajo una lluvía torrencial, en Kioto, bajo las puertas del derruido templo de Rashōmon, se guarecen de un leñador (Takashi Shimura), un Sacerdote budista (Minoru Chiaki) y un peregrino (Kichijiro Ueda). Los tres están discutiendo sobre el juicio a un bandido, acusado de haber dado muerte a un señor feudal y violado a su esposa.Tanto el Sacerdote como el leñador fueron testigos en el juicio del asesinato.
El peregrino, el cual es el último en llegar para guarecerse del aguacero, no parece dar importancia al caso del asesinato, dado que según cuenta, si suben al tejado de la puerta del templo verán personas asesinadas por todas partes, respondiendo el sacerdote que es verdad: cada año suceden desgracias como asesinatos y robos, aunque nunca pensó que sería testigo de algo tan terrible, señalando que tras todo lo ocurrido no volverá a confiar en nadie.


Al escucharlo, el peregrino le dice que no quiere escuchar sermones, prefiriendo aguantar la lluvia, e incluso hace el amago de irse, pero el leñador vuelve a decir que no puede entender a las otras tres personas que fueron testigos del crimen. El peregrino le pide que le cuente todo desde el principio, pues sigue cayendo mucha agua.
El leñador les dice que todo empezó tres días antes. Fue a la montaña para cortar leña y se adentró en el bosque con su hacha, encontrando un sombrero de mujer abandonado. Al seguir caminando encontró otra cosa: Una cuerda cortada, topándose con un cadáver. Temeroso, ante que le pudiera asaltar el asesino, salió corriendo, perdiendo el hacha, para avisar a las autoridades. Tres días después declarará lo que vio. Le preguntan si, aparte de lo que encontró, halló alguna espada, respondiendo que no, contando que vio el sombrero destrozado, la cuerda cortada y un amuleto rojo y amarillo.
Tras él prestó declaración el sacerdote, que cuenta que vio al hombre asesinado tres días antes por la tarde, yendo con una mujer, diciendo que la mujer llevaba un sombrero con un velo y que el hombre portaba una espada y un arco con flechas.


La tercera persona en prestar declaración es un hombre que lleva consigo a un otro atado. Se trata de Tajomaru (Toshiro Mifune), un ladrón que generá el temor en la zona, afirmando que lo encontró tres días antes con una espada a la orilla de un río, afirmando que llevaba cosas pertenecientes al hombre asesinado días antes, diciendo además que lo atrapó porque se atrapó del caballo.
Tajomaru no niega que matara al hombre. Afirma ante el tribunal que estaba dormitando en la montaña debido al fuerte calor cuando un soplo de aire fresco lo despertó haciendo que el velo que cubría su cara la descubriese. Una bella mujer (Machiko Kyō) iba a caballo, mientras un samurái (Masayuki Mori) tiraba de éste. Pensando en quedársela para él, el bandido los siguió hasta dar con ellos, preguntando el samurái qué quería, limitandose a mirar a la mujer, sacando finalmente su espada y enseñándosela al samurái, contando el ladrón que descubrió un montón de espadas en unas ruinas y que le ofrece venderle alguna. El samurái accedió, quedandose la mujer esperandolos junto al río.  


Juntos caminaron durante un rato por la montaña hasta el lugar en el que estaban las armas supuestamente, viéndose allí sorprendido el samurái que lo ataca, entablandose una pelea entre ambos. El samuráis es vencido y atado, algo que le mostrará a la mujer a la que lleva el lugar, perdiendo el sombrero durante el trayecto. La mujer se enfrenta a él, sacando un puñar afirmando Tojamaru el bandido, que era una mujer fuerte, aunque acabó cansandose por la resistencia de él.  


Él la cogió y la besó, respondiendo ella finalmente a su beso, dejando caer el puñal, afirmando que consiguió tener a la mujer sin haber matado al hombre. Ella le dice que él y el samurái deben luchar, puesto que ella sólo podrá vivir con quien sobreviva de los dos.  Entre ellos se entablará una lucha, acabando el bandido con su rival, a pesar de la dificultad en la que lo había puesto dada su gran técnica.  
Tras matar al hombre se dio la vuelta y no encontró ya a la mujer, que se había marchado y no intentó buscarla, pues comprendió que era una cualquiera. Finalmente vendió la espada ese mismo día, aunque el puñal de la mujer se le olvidó, algo que fue un error pues dado los diamantes que tenía, debía tener un gran valor. En medio de la discusión, el Sacerdote les cuenta al peregrino y al leñador que la encontraron viva, estando oculta durante dos días en un templo. El leñador dice que mienten tanto la mujer como Tajomaru, mientras el peregrino dice que los hombres siempre mienten debido a que quieren ocultar sus verguenzas respondiendo el Sacerdote que los hombres son muy débiles y de ahí que mientan.


En la versión de la mujer, se añade el hecho de que fue violada por Tajomaru y que su marido fue asesinado con su propio puñal, tras haberse desmayado ella. La mujer huira. Una medium (Noriko Honma) contacta con el asesinado, relevando que tanto la mujer como el bandido acabaron con él. Tanto la lucha como la traición y la muerte estan presente en la historia del asesinado. La mujer que quería que el bandido acabará con él, algo que el ladrón no hace. La mujer huirá, mientras Tajomaru le corta las cuerdas al cautivo, marchandose y dejandolo solo. Ante tal deshonor, el hombre definitivamente liberado, decidirá suicidarse con el puñal.  
El leñador afirma ante los otros dos que no fue así y que si no dijo todo fue para no meterse en problemas. No quiere escuchar cosas horribles dice el Sacerdote, pero el peregrino le replica que las historias horribles son abundantes con una historia que decían sobre que bajo la puerta de Rashōmon vivía un demonio que se fue porque tenía miedo de los hombres.


Es verdad que el hombre estaba atado y el ladrón le pedía a la mujer que lo aceptase en lugar del marido incluso estaba dispuesto a trabajar honradamente. Ella le dice que como mujer no puede decidir nada, tras lo que corre hasta su marido, cortando sus cuerdas con su daga, dándoles así a entender a ambos que son ellos quienes deben decidir, luchando entre ambos, pero el marido dice no querer arriesgar su vida con una mujer que ha estado con dos hombres y más le valdría que se suicidara.
La mujer hará que se enfrenten ambos, picando a los hombres, al ladrón por no defender lo que quiere, y al marido por defender a la mujer violada, acabando el ladrón con el marido, clavandole su espada, aunque el marido a punto estuvo de vencerle en varias ocasiones. La mujer huirá, mientras el bandido no podrá cogerla. 

La lucha

El peregrino dice que su versión es la más creíble, pero tiene dudas de que absolutamente todo sea verdad. El Sacerdote llega a afirmar que que si los hombres no pueden confiar en los demás, el mundo sería un infierno. El peregruno afirma que lo es. De repente, un llanto les interrumpe. Es un niño abandonado en un pequeño cesto en el que además hay un kimono y un amuleto
El llanto de un niño interrumpe su discusión, descubriendo a un bebé abandonado en un cestito, robando el pleregrino un kimono y un amuleto, que había junto al pequeño. El leñador le reprense su actitud, a lo que el peregrino le responde que cualquiera lo hubiera hecho, diciendole además que los que actuaron de forma perversa y miserable fueron los padres que lo abandonaron. 


El leñador le dice que se equivoca equivoca. Sus padres dejaron el amuleto para que protegiera al pequeño y que es probable que los padres lo abandonaran porque no podían mantenerlo. El peregrino le dice que no se debe ser egoista a lo que el peregrino le responde que si no eres egoísta, no puedes sobrevivir en un mundo en el que todo el mundo hace lo que quiere.
El leñador se queja de que todo el mundo sea egoista, preguntando al peregrino si es deshonesto, preguntándole además por el valioso puñal con diamantes incrustados, dando a entender que efectivamente fue él quien lo robó, tras lo cual lo golpea acusándolo de ser tan ladrón y tan egoísta como él. El peregrino acaba por irse, quedandose solos el Sacerdote, con el pequeñito en brazos, y el leñador, esperando que deje de llover. Ellos solos, sin hablarse. 


El niño rompe a llorar y el leñador trata de coger al bebé, preguntándole el Sacerdote si quiere quitarle lo poco que le queda. No sólo le dice que no que no, sino que a pesar de tener 6 hijos en casa, lo criaria como uno más. El sacerdote dice sentirse avergonzado por haber pensado mal de él. El leñador le responde que es él quien se avergüenza de sí mismo, pues no entiende lo que siente su propio corazón. El Sacerdote le da las gracias, pues debido a como ha tratado al pequeño, puede recuperar su Fe en los hombres. Tras eso, le entrega al bebé con el que el leñador se aleja feliz, tras haber dejado de diluviar sobre el templo de Rashōmon.


Con unas imágenes de una fuerza visual incomensurable y una historia grandiosa (o dos o tres o cuatro, ...), Kurosawa no sólo hizo una simple película, sino un auténtico milagro en el que la barbarie es vencida por la esperanza. Y es que todos somos un poco como ese Sacerdote que ha perdido la Fe en los demás hasta que llegan uno o muchos hombres, que con sus pequeñas o grandes acciones que hacen de este mundo un poco mejor; un poco más humano.

Ficha

Dirección
Akira Kurosawa
Producción
Minoru Jingo
Guión
Akira Kurosawa
Shinobu Hashimoto
Obras: Ryunosuke Akutagawa
Música
Fumio Hayasaka
Fotografía
Kazuo Miyagawa
Montaje
Akira Kurosawa
 
Otros datos

País
Japón
Año
1950
Género
Drama
Duración
88’
 
Protagonistas

Actor
Personaje
Takashi Shimura
Kikori, el leñador
Minoru Chiaki
Tabi Hōshi, el Sacerdote
Kichijiro Ueda
El peregrino
Toshiro Mifune
Tajomaru, el bandido
Machiko Kyō
La esposa del samurái
Masayuki Mori
El samurai, el marido
Noriko Honma
La medium

Premios
Oscar

Categoría
Persona
Oscar Honorífico a la Mejor Película Extranjera
-

Festival de Venecia

Categoría
Persona
León de Oro
-

La esperanza

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