Páginas

viernes, 19 de mayo de 2017

Vivien Leigh entre el éxito y la tragedia

Un accidente de esquí la postró en la cama durante varios días en los que aprovecho para leer (¿Quién no?). Entre sus lecturas estaba una novela de reconocido éxito "Lo que el Viento se Llevó", la cual devoro (en sentido figurado, claro). Sería entonces cuando el reconocido productor David O. Selznick hizo publica su intención de hacer una versión cinematográfica de dicha obra. Mientras se tenía claro al protagonista masculino (¿Quién mejor que Clark Gable para interpretar a Rhett Butler?), no fue así con Escarlata O'Hara y fue entonces cuando infinidad de actrices, unas más conocidas que otras, decidieron presentarse a la prueba. Entre las desconocidas estaba la protagonista del mencionado accidente de esquí. Su nombre real era Vivian Mary Hartley, aunque todos la conocemos por el apellido de su primer marido: Vivien Leigh.


No sabemos exactamente porque entre todas las estrellas barajadas (Carole Lombard, esposa de Gable, Paulette Goddard, Jean Arthur, Joan Bennett y Katharine Hepburn entre muchas otras), escogieron a una desconocida (dicen que fue por la influencia de Olivier con el que ya mantenía una relación o porque le encantó a George Cukor, director de la película hasta que contrataron a Victor Fleming), pero lo cierto es que el papel de Escarlata llevó al estrellato a Vivien, que consiguió el Oscar a la Mejor Actriz cuando solamente tenía 26 años. La fama estaba casi asegurada.


Sin embargo (por influencia de su matrimonio con Olivier), Vivien dedicó gran parte de su vida al teatro, generalmente actuando en obras de William Shakespeare como "Romeo y Julieta" o "Antonio y Cleopatra". Eso no hizo que se desenganchara del cine, rodando películas como "Isabel de Inglaterra", "Lady Hamilton" o "Ana Karenina", protagonizando a mujeres marcadas por sus tragedia personales.

Laurence y Vivien

El culmen llegó con "Un Tranvía llamado Deseo" con ese maravilloso papel de Blanche DuBois (con aquella llamativa cabellera rubia), una mujer frágil que se las tendra que ver con un enfurecido rabioso Stanley, interpretado por un jovencisimo Marlon Brando. Años después de su primer Oscar, conseguía su segundo.


Ya en aquella época su relación con Olivier era más que mala, derivado de unos años terribles con el actor, que hicieron que ambos acabarán por separarse. Eso y su estado de salud la minaron poco a poco hasta consumirla. Vivien, como una de esas actrices trágicas que tan bien interpretó, viviría sus últimos años marcada no ya sólo por su dolor físico, sino emocional.


Su luz se apagó en 1967, algo que entristeció a todo el mundo y, en especial, a Laurence Olivier, que entre lágrimas, ante su cuerpo, le pidió perdón por el daño que le había hecho.


Siempre nos quedará la maravillosa Vivien, que con aquel cielo rojizo de fondo, en una de las escenas clave de la historia del cine, gritaba aquello de "A Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre".

Tributo


"A Dios pongo por testigo..."

No hay comentarios:

Publicar un comentario