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martes, 21 de febrero de 2017

El país de la Inquisición

Les voy a ser sincero: no tengo idea de si la absolución de la Infanta es correcta o no y si ajusta a derecho o no. Varios letrados han dicho que si y, teniendo en cuenta que las tres juezas lo han dicho, lo único que queda es que tanto yo como todos aceptemos, acatemos y tomemos como valido la resolución judicial. Ni tengo conocimientos de derecho, ni me he leído las más de 700 páginas del auto para formarme una opinión o idea que me haga oponerme a dicha sentencia. 


No ha sido así con parte del populacho, que como todo el mundo sabe se mueve por filias y fobias y que es capaz de pedir la picota para el reo con tal de que se condene a alguien no tanto por las pruebas (que en todo caso podrían ser discutibles), sino por el odio que se tenga a determinado acusado, ya sea por ideología, estatus social, etc. No soy monárquico, pero ese intento absurdo en connivencia con determinado juez que opina para reconocer que no se ha leído la sentencia (¿?) de poner en cuestión el sistema, hablando de falta de parcialidad de jueces, fiscales, etc. me parece que demuestra las actitudes poco democráticas de las que hacen gala no sólo algunos representantes políticos (que en algunos casos no estan para hablarnos de imparcialidad judicial teniendo en cuenta lo que pasa en determinado país que ellos conocen muy bien), sino gran parte de los españoles, cuya máxima es considerar que la Justicia es igual para todos siempre y cuando ésta diga lo que yo quiero. ¡Pues menuda Democracia!
Algo que debería saberse (y parece que algunos no quieren enterarse) es que la presunción de inocencia es sagrada en Democracia y que hay que tener mucha cara (jeta dirían los más castizos) para verter opiniones sobre la inocencia o culpabilidad de una persona, sea Pepito Pérez o Infanta de España, sin tener ni idea de lo que dice una sentencia porque ni se la han leído.

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