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sábado, 28 de enero de 2017

Clásicos Inmortales: Las tres Luces

Esta fue una de las primeras colaboraciones entre el gran cineasta Fritz Lang y la que sería su esposa, la guionista Thea von Harbou, teniendo un resultado más que magnífico, ya que se puede decir que estamos ante una de las grandes obras del cine expresionista alemán. Su título en alemán es como poco significativo: "Der Müde Tod", "La Muerte Cansada".


Unos enamorados van en una diligencia cuando en el camino, éste se para. A él sube un hombre extraño, vestido todo de negro, cuyo aspecto les produce cierto desasosiego. Lo que no saben esa pareja de jóvenes es que el extraño, años atrás, había comprado una parcela cerca del cementerio para reposar dado que según palabras de él estaba cansado, construyendo un muro en el que sólo él sabe donde esta la puerta donde se entra. 

Un impenetrable muro

La pareja y el desconocido paran en una posada. La joven (Lil Dagover) va un momento a una habitación y cuando va a volver al lado de su amado, se encuentra con que éste ha desaparecido. Sin saber qué esta pasando, le pregunta a los comensales de otra mesa, que le dicen que el joven (Walter Janssen) se ha marchado con el hombre de aspecto extraño. Todo el día esta buscando la joven a su enamorado sin dar con él hasta que llega la noche, parando cansada cerca de un muro. Esta tan abatida que cree ver infinidad de fantasmas ir hacía el muro, creyendo ver a su propio novio. 

¿Dónde esta su amado?

Allí la recoge un boticario (Karl Platen), que al verla agotada, la lleva a su casa para que repose. En la casa, ojeando un libro (El Cantar de los Cantares) donde se dice que "El Amor es fuerte como la Muerte"... la Muerte, la Muerte... En ese momento como por arte de magia se traslada al interior del muro, encontrando al hombre extraño que resulta ser la mismísima Muerte (Bernhard Goetzke). En medio de la sala, gran cantidad de velas encendidas que representan la vida de un ser y que cuando se apagan significa que el individuo en cuestión ha muerto. La novia le implora a la muerte que libere a su novio de la muerte, que desea estar a su lado. La muerte le dice que él sólo cumple el cometido asignado por Dios que para él es toda una maldición, puesto que si la vida es glorificada, la muerte es despreciada. 


La Muerte, no obstante, se apiada de la joven y le da entonces una oportunidad de recuperarlo: hay tres velas a punto de consumirse; cada una de ellas es una vida y si ella consigue salvar aunque solo sea una de esas vidas, su enamorado volverá.
Ahora se nos presentan tres historias siempre con pareja de enamorados, que acabaran sufriendo la fatalidad y la incomprensión. Tanto en Bagdad como en Venecia y en China, los enamorados no conseguirán acabar con aquellos que quieren destruir su Amor, ya sea el Califa (el padre de la joven), un amante al que ella no quiere o un tirano chino. 


En ambas, la Muerte estará presente casi como un fantasma castigador no por su propia voluntad, sino por la de los hombres, cuyo destino parece estar abocado a la destrucción por su falta de Amor. Las velas una a una se irán consumiendo sin que la joven pueda hacer nada. 

La hija del Califa se enamora de un infiel

Tras los fracasos, la Muerte le dará otra oportunidad (terrible) y es ella tiene que conseguir un Alma para sustituir a la de su amado antes de que acabe el día. La joven desesperada intenta que ancianos y mendigos le cedan su vida para que se la cambien por la de su enamorado sin conseguirlo. Todos, incluso los más desesperados pordioseros le niegan su vida, espantados. En ese momento se produce un incendio en una casa, quedando atrapado un bebe en la misma.
Ella va a por él, pero cuando tiene a la Muerte presente, pudiendo darle la vida aún corta del niño para recuperar a su amado, decide salvarlo y con una cuerda lo lleva con cuidado hacía los que están fuera, los cuales se lo devuelven a la madre, que ha pasado de la desesperanza a la alegría por tener al hijo en sus brazos.


Ella misma en medio del incendio se entregara a la Muerte para poder encontrarse con su novio... y con él se encontrará sacrificado su propia vida en forma de espíritu que se encuentra con el espíritu de su amado, yendo los dos juntos al horizonte donde su Amor, a pesar de la Muerte, será eterno. Efectivamente: el Amor es fuerte como la Muerte.


Luis Buñuel se quedo tan impresionado con esta película cuando la vio en un cine francés decidió ser cineasta ("algo que había en aquella me conmovió profundamente, iluminando mi vida") y  cuando se estrenó tardíamente en los Estados Unidos, Douglas Fairbanks quedo tan maravillado con los efectos de trucaje de la misma (lo que hoy llamaríamos efectos especiales) que se decidió a utilizarlos para producir la película "El Ladrón de Bagdag" (protagonizada por él y dirigida por Raoul Walsh). Una obra dividida en varias partes (con una magnífica Lil Dagover y una Muerte que en parte nos recuerda a aquella que años después nos presentaría Bergman en su "Septimo Sello" con la clásica fatalidad imposible de evitar) que nos habla del fatal destino al que estamos abocados todos los humanos (de hecho en el mundo anglosajón el título de esta obra es "Destiny", "Destino" en inglés), pero, a pesar de todo, el Amor, aún teniendo presente a la mismísima muerte, es tan poderosa que ésta. Una auténtica metáfora (el mismo Lang la definió como un cuento de hadas) sobre la vida y la muerte.

Ficha

Dirección
Fritz Lang
Dirección Artística
Erich Pommer
Producción
Leo McCarey
Jerry Wald
Guión
Fritz Lang
Thea von Harbou
Música
Giuseppe Becce
Fotografía
Bruno Mondi
Erich Nitzschmann
Herrmann Saalfrank
Bruno Timm
 
Otros datos

País
Alemania
Año
1921
Género
Drama, Fantasía
Duración
105’
 
Protagonistas

Actor
Personaje
Lil Dagover
La joven/Zobeïde/Monna Fiametta/Tiao Tsien
Bernhard Goetzke
La Muerte/El Mot/El arquero
Walter Janssen
El joven/El infiel/Giovanfrancesco/Liang
Hans Sternberg
Alcalde
Karl Rückter
Reverendo
Max Adalbert
Notario
Wilhem Diegemann
Doctor
Karl Platen
Boticario
Eduard von Winterstein
El Califa
Karl Huszar
Emperador de China
Paul Biensfeldt
A Hi, el mago
Rudolf Klein-Rogge
Girolamo, el derviche

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