Nos lo relata el anónimo y grandioso "Cantar de Mio Cid". Los Infantes de Carrión, pertenecientes a la nobleza de León, pidieron a Rodrigo Díaz de Vivar casarse con sus hijas, doña Elvira y doña Sol. El Rey Alfonso VI
les dio su venia, aunque el propio Rodrigo Díaz recelaba de la condición moral de tales individuos.
Codiciosos y miserables, los arruinados Infantes buscaban medrar a costa de la familia del Cid, pero todo se fue a pique cuando escapó un león de su jaula y los cobardones de Carrión se escondieron de los mismos, recibiendo infinidad de burlas de los criados del Cid por su cobardía, algo ya demostrado en combate.
Resentidos por las burlas que se ganaron con su conducta,
se muestran perversos, sádicos y despiadados con sus esposas. En un aparente sencillo paseo campestre deciden vengarse del Campeador, atando y golpeando a sus hijas, abandonándolas posteriormente a su suerte para que se las coman los lobos en el
robledal de Corpes. No contaban con que el Cid, que, como mencione antes, desconfiaba de ellos, tenía un espía que puntualmente le contó lo sucedido, aparte de socorrer a las doloridas Sol y Elvira.
Las hijas del Cid tras ser ultrajadas |
El Cid pide cortes al Rey, que se convocan en Burgos y reclama y obtiene que le devuelvan la dote y sus preciosas espadas Colada y Tizona. El Cid se venga en batalla contra los truhanes, venciéndolos y dejándolos casi muertos. Finalmente, su
matrimonio se anula y las hijas del Cid se casan con los príncipes de
Navarra, Don Ramiro, y Aragón, Don Sancho. Sin embargo, la realidad histórica no fue así. Es verdad que el Cid tuvo dos hijas (aparte de Diego), pero no se llamaban Sol y Elvira. En realidad se llamaban María (que matrimonió con el Conde de Barcelona Ramón Berenguer III) y Cristina (quien contrajo matrimonio con el infante Ramiro Sánchez de Pamplona), emparentando con la nobleza de su tiempo. Los Infantes de Carrión también existieron y se llamaban Fernando y Diego González, pero no tuvieron ninguna relación con el Cid.
El motivo por el que esta mezcla de ficción con realidad (más ficción que realidad eso si) se desconoce, pero bien pudiese deberse a un motivo alegórico en el que incluso los nombres son distintos (Sol y Elvira), dando a entender que, a pesar del carácter nobiliario de los infames de Carrión, hay una nobleza superior que la terrenal, que es la moral. Los de Carrión, a pesar de las burlas, no fueron cobardes por esconderse de un león, sino por maltratar y pegar a unas mujeres, sus propias esposas. ¡Afortunadamente recibieron su justo castigo!
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