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domingo, 4 de diciembre de 2016

El niño de oro del Sevilla

"Prefiero que me recuerden como una buena persona; buen futbolista puede ser cualquiera"
Juan Arza

Nació en el frío norte, concretamente en la ciudad de Estella, para triunfar en el caluroso sur, concretamente en la ciudad de Sevilla, vistiendo la zamarra sevillista. Su entrenador Patrick O`Connell tuvo la ocurrencia de llamarlo el niño de oro, aunque para todos los que lo conocieron en su Estella natal, viéndole dar sus primeras patadas al balón, sólo era Juanito Arza, aquel chaval algo bajo, pero que siempre estaba al quite para meter el pie y anotar el gol de la victoria. 


Con Arza el Sevilla ganaría su hasta ahora única Liga, pero esa no es más que una simple anécdota en comparación con lo que significo Arza para el club hispalense. Un liderazgo fuera de lo común y goles, muchos goles, que lo hicieron unos de los delanteros más cotizados del fútbol español, que si ni jugo más con la Selección Nacional (sólo fue dos veces internacional) fue porque delante tenía a otro goleador nacido en el norte. Un tal Telmo Zarra.  

A por el balón

Poco importaba, Juanito, aquel niño de oro que metía goles hasta con los ojos cerrados, seguía a lo suyo, algo que le hizo ganarse el corazón de la afición sevillista. Las ofertas de Real Madrid y Barcelona fueron constantes en su carrera, pero siempre dijo que no. Arza tuvo las santas narices de con 30 años ganar un trofeo al máximo goleador, superando a una figura del balón como Di Stéfano, en la única vez que no lo consiguió en 6 años. 


Arza ya era el capitán del equipo cuando vivió uno de sus peores momentos como jugador. El Sevilla venía de ganarle 3-2 al Real Madrid en Liga cuando tenían que enfrentarse al conjunto blanco también en la Copa de Europa. Quizás la confianza desbordada y algo de prepotencia les hizo caer en el error de creer que habían mermado la confianza del club madrileño. Conclusión: derrota por 8-0 en un partido desastroso del Sevilla con un Arza que apenas tocó balón.


No sería éste más que un borrón de una carrera plagada de éxitos y cariños por parte de una afición sevillista que lloró cuando el niño de oro, que ya no era tan niño, se fue al Almeria donde se retiró en 1960. Se retiraba una leyenda, que a día de hoy, sigue siendo el más grande goleador que ha vestido la camiseta del Sevilla.

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