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jueves, 22 de septiembre de 2016

Clásicos Inmortales: La Dolce Vita

Obra deslabazada, con muchas aristas y magistralmente dirigida. Fellini quiso reflejar la vida inquieta y desordenada de una parte de la sociedad en la que acompañamos a Marcello por ese valle con alguna luz y muchas sombras. En aquella Roma de la dolce vita... o no tan dolce.


Dos helicópteros sobrevuelan por encima de los restos de un acueducto. En una terraza hay un grupo de mujeres en bikini tomando el sol y que saludan a los del segundo helicóptero, un grupo de reporteros, que cubren el evento. Entre los mencionados reporteros se encuentran Marcello (Marcello Mastroianni) y su fotógrafo, Paparazzo (Walter Santesso), los cuales les piden por medio de gestos sus números de teléfono, a lo que éstas se niegan.
Una noche, Marcello y sus compañeros cubren la noticia de la estancia de un Príncipe extranjero en Roma, acudiendo a la cena que hace en un restaurante donde asisten a un espectáculo oriental. En medio de todo eso, Marcello soborna al camarero para que le diga los platos que toma el Príncipe, haciendo Paparazzo una foto, algo que al estar prohibido, significa que es expulsado.
En el club nocturno Marcello conoce a Magdalena (Anita Ekberg), una guapísima y rica heredera. Magdalena está cansada de Roma y está en constante búsqueda de nuevas sensaciones, mientras Marcelo piensa todo lo contrario. Considera que Roma es perfecta debido a que es una jungla en la que se puede esconder. Marcello y Magdalena, tras pasar la noche por las calles de Roma, hacen el amor apasionadamente en el apartamento de una prostituta a quien habían ayudado hace poco.

Magdalena y Marcello
Después Marcelo regresara a su apartamento para encontrar que su prometida, Emma (Yvonne Furneaux), ha sufrido una sobredosis. En camino al hospital, él le declara su amor eterno y lo hace nuevamente mientras ella reposa en la sala de emergencias. No obstante, el siempre infiel Marcello, mientras espera su recuperación, intenta llamar a Magdalena, sin éxito, ya que esta profundamente dormida. 
Por la mañana, los periodistas, entre los que se encuentra Marcello, se arremolinan en el aeropuerto a la espera de un avión, corriendo todos hacia las escalerillas en el momento de aterrizar, apareciendo entonces una despampanante mujer rubia, Sylvia Rank (Anita Ekberg), famosa estrella de Hollywood, la cual posa para los reporteros gráficos, llegando a salir del avión varias veces, atendiendo todas las peticiones de los periodistas en sus posados, excepto una: quitarse las gafas. El avispado Marcello hablará con las azafatas para que le cuenten cosas de la actriz mientras todos los demás siguen a la estrella.


El reportaje continúa posteriormente en la habitación del hotel de la actriz, llamando Marcello desde allí a Emma, que le pregunta si está solo en la habitación con ella, obligándole a jurar y perjurar que no es así y pidiéndole ella que regrese, pues desea acostarse con él. Mientras están allí, totalmente borracho, llega Robert, el novio de la actriz, la cual le pregunta por qué no fue a esperarla al aeropuerto, a lo que contesta que tenía sueño, ante el terrible enfado de ella. Por la noche la actriz y su novio acuden a las Termas de Caracalla, donde Marcello baila con ella, preguntándose qué va a hacer tras conocer a una mujer tan perfecta, mientras por la noche van a bailar tanto ella, su novio y Marcello, observando todos cómo baila sensualmente con un amigo estadounidense, que está rodando esos días en Roma.


De vuelta a la mesa discute con Robert, decidiendo marcharse, llevándole Marcello sus zapatos que tiró durante el baile, ofreciéndole tras ello su coche, aunque dos reporteros le siguen en una moto. Sylvia asegura estar harta de los hombres, diciendo que no desea regresar al hotel, por lo que él la acompaña hasta las afueras de la ciudad donde le dice que no había conocido nunca a una mujer como ella, tratando de besarla. Marcello hace varias llamadas, tratando de conseguir algún lugar al que llevar a la actriz y que no sea un hotel, pero sin éxito, pues Maddalena le cuenta que está con su padre.
Mientras habla por teléfono, Sylvia recoge a un gatito y trata de darle leche, yendo Marcello a una lechería para ello, aunque cuando la consigue y regresa con ella, observa que Sylvia ha descubierto la Fontana de Trevi, bañandose en en sus aguas, entrando tras ella a su sola llamada (¡¡¡Marcello!!! Come herre), permaniendo en la fuente hasta la madrugada.  Ambos vuelven al hotel de Sylvia, donde encuentran a un enfurecido y borracho Robert, que abofetea a la joven y le ordena irse a la cama; asaltando posteriormente a Marcello.

¡¡¡Marcello!!!
Tras todo eso, Marcello se encuentra con su intelectual amigo, Steiner (Alain Cuny), mientras éste toca música de Bach en el órgano de una iglesia, mostrandole un libro escrito en sanscrito. Durante la mañana, Marcelo, su fotógrafo Paparazzo y Emma, conducen hacia las afueras de la ciudad para cubrir una supuesta aparición de la Virgen,  reportada por dos niños, aunque la Iglesia Católica a nivel oficial se mantiene escéptica.
Una gran multitud se arremolina en la zona. Esa noche, el evento es cubierto por cadenas de televisión y radios de todo el país, siguiendo a los dos niños de esquina a esquina, mientras cae una lluvia torrencial. La multitud reduce a pedazos el árbol donde de dice que habría aparecido la virgen; mientras Emma, la enamorada Emma, le reza a la Virgen para que se le entregue la sola posesión del corazón de Marcello. La multitud se separa después de que un niño muere aplastado en la desesperada búsqueda de la Virgen. La madre llora ante la muerte de su hijo.


A la noche Marcello y Emma van a una reunión en el lujoso apartamento de Steiner donde conocen a un grupo de intelectuales que recitan poesía, tocan la guitarra, discuten ideas filosóficas y escuchan los sonidos de la naturaleza grabados en una cinta. En la terraza Marcello expresa a su amigo la admiración que siente por él y todo lo que representa, pero Steiner admite que se siente confundido y que se debate entre la seguridad que una vida materialista le brinda y su hondo deseo de adoptar un estilo de vida más espiritual, pero que resulta inseguro. Mientras Marcello se pasa todo el día en un café trabajando en su novela, conoce a una joven camarera llamada Paola (Valeria Ciangottini), intentando Marcello comenzar una relación con ella.

Steiner y Marcello

Por la noche, Marcelo y su padre (Annibale Ninchi), que se encuentra de visita, se van de fiesta junto con Paparazzo. En un club, Marcelo le presenta a su padre a Fanny (Magali Noël), una guapa bailarina, que había sido su amante. El padre de Marcelo y Fanny conectan y se pasan toda la noche conversando, mientras Marcello, por otro lado, le comenta a Paparazzo que de joven no veía mucho a su padre, ya que regularmente se pasaba semanas fuera de casa. Fanny invita al padre de Marcelo a su apartamento, mientras que otras dos jovenes bailarinas invitan a Marcello y Paparazzo a irse con ellas. Ambos aceptan, pero Marcelo se retira cuando llegan al edificio. Fanny sale de su apartamento para decirle Marcello que su padre se ha enfermado.

El padre de Marcello y la "dolce" vita

El padre de Marcelo ha sufrido un ligero ataque cardíaco. Marcello quiere que se quede con él un tiempo, para poder cuidarlo durante su recuperación y para que puedan pasar tiempo juntos, pero su padre, muy debilitado, le dice que quiere regresar a su casa y toma un taxi para tomar el primer tren de regreso. 
Marcello, Nico y un grupo de amigos conducen a un castillo aristocrático en las afueras de Roma donde hay una fiesta. Por casualidad, Marcelo se encuentra de nuevo con Maddalena; ambos recorren el castillo hasta llegar a una gigantesca y tremendamente oscura habitación en donde ambos se separan. Usando el eco de la habitación, Maddalena le pide a Marcelo que se case con ella. Él le profesa su amor, pero evade no contesta a su propuesta. Mientras otro hombre aparece y besa a Maddalena, quien pierde interés en Marcello, que se reúne con su grupo, pasando la noche con Jane, una artista estadounidense.


Por la mañana, Marcelo y Emma se encuentran conduciendo por una solitaria carretera cuando ella comienza a profesándole su amor y trata de bajar del auto, pero Marcelo le ruega que no lo haga. Emma le dice que jamás encontrará una mujer que lo ame como ella lo ama a él, algo que enfurece a Marcelo, el cual le dice que no puede vivir con su sofocante y Amor. Él le pide que abandone el auto y ella se niega, a lo que Marcello responde abofeteandola y la saca del vehículo a la fuerza y seguirá conduciendo. Abandonada sola en la noche en medio de una carretera, Emma rompe a llorar. Tras pasar varias horas, Emma se encuentra sola en la carretera, sosteniendo un ramo de flores, cuando escucha un coche acercándose; ella se sube sin decir palabra: es Marcello.  
Marcello y Emma se encuentran acostados en una cama, acurrucados tiernamente cuando él recibe una llamada. Steiner ha asesinado a sus dos hijos para posteriormente suicidarse. Marcello espera junto con la policía la llegada de la esposa de Steiner. Marcelo es el encargado de informarle de lo ocurrido a la mujer mientras paparazis llegan a la escena para tomar fotografías. 


Varios años después, un Marcello más viejo (las canas han aparecido en su cabello) y un grupo de jóvenes fiesteros entran a una casa de playa propiedad de Riccardo, un amigo de Marcello. La recientemente divorciada ex-esposa de Riccardo, Nadia (Nadia Gray), realiza un baile nudista, mientras Marcello intenta provocar a sus compañeros para realizar una orgía. No obstante, debido a su embriaguez, la fiesta rápidamente desciende al caos con Marce,lo lanzando plumas de las almohadas, mientras monta a una mujer que se arrastra en sus manos y rodillas. Riccardo aparece en la casa y furiosamente los expulsa a todos. La fiesta se trasladará a la playa. 
Allí se encuentra con Paola, aquella camarera de la cafeteria, la cual aparece en la playa con unos amigos, reconociendo a Marcello, a quien trata de llamar, pero sus palabras se pierden en el aire, ahogadas por el sonido de las olas. Él señala no puede escucharla o entender sus gestos. Marcello se resigna y regresa con su grupo. Paola, aquella camarera de la cafeteria, saluda a Marcello y se queda mirándolo con una sonrisa; una enigmatica sonrisa.

 
La película no fue bien entendida y se ganó las iras eclesiales, que la catalogó de inmoral, algo que significaba parte del desprecio en Roma y buena parte del mundo (en países como España no se estrenó hasta 20 años después). Memorables interpretaciones, banda sónora (¡Grande Nino Rota!) y... ¿Qué decir de aquella sensual rubia en la fontana de Trevi llamando a Marcello? Sencillamente magistral.

Ficha

Dirección
Federico Fellini
Producción
Giuseppe Amato
Angelo Rizzoli
Guión
Federico Fellini
Ennio Flaiano
Tullio Pinelli
Brunello Rondi
Música
Nino Rota
Fotografía
Otello Martelli
Montaje
Leo Cattozzo
Escenografía
Piero Gherardi
 
Otros datos

País
Italia
Año
1960
Género
Drama
Duración
174’
 
Protagonistas

Actor
Personaje
Marcello Mastroianni
Marcello Rubini
Anita Ekberg
Sylvia
Anouk Aimée
Maddalena
Yvonne Furneaux
Emma
Magali Noël
Fanny
Alain Cuny
Steiner
Nadia Gray
Nadia
Annibale Ninchi
El padre de Marcello
Walter Santesso
Paparazzo
Valeria Ciangottini
Paola
 Riccardo Garrone
 Riccardo

Premios
Oscar

Categoría
Persona
Oscar al Mejor Vestuario (Blanco y negro)
Piero Gherardi

David di Donatello

Categoría
Persona
David di Donatello al Mejor Director
Federico Fellini

Festival de Cannes

Categoría
Persona
Palma de Oro-Mejor Película
-

Banda sonora


¡¡¡Marcello!!!


La dolce vita

1 comentario:

  1. Por la época en que Fellini rodó esta película, Roma estaba en ebullición y para la industria de Hollywood representaba en cierto modo la gran “rival” pues allí se concentraban producciones y superproducciones, directores, periodistas, cronistas y fotógrafos. Actores y actrices cuyas carreras declinaban, llegaban a ese bullicioso y decadente escenario buscando tal vez la oportunidad de reavivar sus carreras, o en última instancia, considerando el lugar como un acogedor “cementerio de elefantes”. En aquellos días, Via Veneto se había convertido en algo así como el Sunset Boulevard de Europa y en ese ambiente disipado y febril situó Fellini la que sería su más ambiciosa película hasta aquel momento (que se abre con la poderosa y sorprendente imagen de una gigantesca escultura de un Jesucristo colgado de un helicóptero, sobrevolando la ciudad en ruta hacia la Plaza de San Pedro).
    Así pues, “LA DOLCE VITA” vino a ser una especie de retablo de tumultuoso contenido en torno a la decadente, ociosa, corrupta, contradictoria y errática “bella fauna” romana. El hilo conductor de los diferentes episodios que conforman su estructura dramática es el periodista Marcello Rubini interpretado por Mastroianni (actor al que Fellini utilizaría aquí y en su siguiente película como su alter ego, no sin cierta dosis de autocomplacencia), personaje indolente, desencantado y perezoso, sin apegos e incómodo consigo mismo, que en razón de su trabajo ”recorre” con pasiva lucidez las estancias del discurso-denuncia (de contenido cercano en este caso al cine de Antonioni) que el autor vertebra con borbotónica eficacia adentrándose ya a partir de este film de manera definitiva en ese universo onírico desbordante de imaginación visual que iría creciendo y desatándose en sucesivos trabajos suyos.
    Aún hoy, cincuenta y siete años después de su rodaje, “LA DOLCE VITA” continúa fascinándome. Una película ferozmente atacada en su día por la Iglesia católica y la prensa conservadora, que fluctúa entre la denuncia de una sociedad vacía, libertina y corrupta y el vigoroso fresco de un mundo tumultuoso y pleno de vida, casi un circo. No obstante, no quiero reuir la exposición de lo que considero algunos momentos reprochables que, eso sí, no llegan a empañar el altísimo nivel de esta obra fundamental, si bien son escenas que emiten un cierto chirrido a través de su propia estructura (el buñuelesco-berlanguiano episodio del “milagro” de los niños que creen ver a la Virgen), o de algún personaje como es el caso del intelectual Steiner (interpretado por el catedralicio Alain Cuny) y sus pomposos parlamentos en torno al doloroso vacío espiritual de su vida (la verdad, un sujeto pretenciosamente trágico).
    Bueno, para concluir este felliniano paseo, no deseo defraudar a nadie no haciendo alusión a la célebre secuencia del baño nocturno de Anita Ekberg (icono erótico de magestuosa opulencia) en la romana Fontana di Trevi, imágenes que han saltado por encima de la propia película quedando para la historia (del cine) como esos momentos míticos que acaban convirtiéndose en reclamos imperecederos. Actrices como Vivien Leigh, Gloria Swanson, Marilyn Monroe o Janet Leigh han protagonizado otros.

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