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jueves, 14 de julio de 2016

Una cabeza de oro

A principios de los años 50, sólo dos jugadores podían reclamar su derecho a ser reconocidos como los delanteros que mejor rematan con la cabeza. Uno lo teníamos en España y era Telmo Zarra. El otro vino de Hungría, liderando junto a su amigo Puskas, una selección que fue bautizada como la de los magiares mágicos. El nombre de tan prodigioso delantero era Sandor Kocsis, pero para todos fue conocido como cabeza de oro.


Su leyenda deportiva la empezó a cimentar en el Honved, equipo del ejército húngaro, formando un impresionante dúo goleador con el mencionado Puskas, que trasladarían a la selección húngara, consiguiendo la medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de 1952 y siendo los primeros no británicos en ganar a la selección inglesa jugando ésta como local. Hasta un 3-6 le anotaron a los ingleses con 2 goles de Kocsis confirmandose como una candidata a ganar el Mundial de 1954. 

Hungría aplastó a Inglaterra

Una lesión de Puskas hizo que éste se perdiera gran parte del campeonato, siendo Kocsis el referente de un equipo que llegó a la final (en la que jugó Puskas) para perder tras ser remontados por Alemania Federal. Kocsis hizo 11 goles en el que sería su único Mundial, siendo el segundo que más goles ha metido en una fase final (el francés Fontaine le superó la edición siguiente con 13 goles) con una medía de 2,20 goles por partido.


Tras la invasión de Hungría por parte del ejército comunista hubo una diáspora de jugadores húngaros que no quisieron volver a su país. Kocsis sería uno de ellos y tras disputar partidos benéficos en diversos países decidió jugar en España, aprovechando una oferta del Barcelona.
En el club catalán siguió demostrando su comprobada valía como jugador, aunque eso no necesariamente iba acompañado de títulos. Si no ganó más fue porque el Barcelona no pudo hacer frente al Real Madrid liderado por Di Stéfano y su amigo Puskas primero en Europa y después en España y cuando consiguió superarlo, el Benfica les ganó la Copa de Europa tras remontarles y tirando tres tiros a la madera.


Kocsis, tras retirarse regentó un bar de copas en Barcelona, aunque, a pesar del cambio, siempre quedó el recuerdo de aquella cabeza de oro que anotó infinidad de goles. Y es que las alturas era el territorio de Sandor Kocsis.

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